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Programas Especiales

De Norte a Sur: un incierto viaje para huir de la guerra

2013-07-26

La Guerra de Corea comenzó el 25 de junio de 1950, por la invasión al sur del Ejército norteño. El 15 de septiembre del mismo año, gracias a una exitosa operación en el puerto surcoreano de Incheon, liderada por el Comandante Supremo de las Fuerzas Aliadas de las Naciones Unidas, MacArthur, las fuerzas a favor del Sur lograron ocupar hasta el río Amnok. Pero la intervención del Ejército chino con más de 1 millón 350 mil soldados, obligó la retirada de los destacamentos surcoreanos y de la ONU. Concretamente, el 29 de noviembre de 1950 retrocedieron hasta el río Cheongcheon, la demarcación fronteriza del extremo occidente de la península coreana; y pocos días más tarde, desde el 1 de diciembre, comenzó también la retirada de la frontera del lado oriental. Los refugiados que trasladaban de un lugar a otro, siguiendo al Ejército, también empezaron a movilizarse hacia el extremo sur.




Más de 100.000 refugiados del Norte estaban en Heungnam con un solo objetivo: llegar con vida al Sur. Y esperaban con ansia poder subir a bordo de algún barco. Su desesperación era de entender, porque la operación de retirada de las fuerzas sureñas no incluía a los refugiados. Pero ante la petición de los generales surcoreanos, la fuerza estadounidense decidió la evacuación de los refugiados. Llegaron barcos adicionales desde Corea del Sur y Japón, y el 19 de diciembre de 1950, comenzó el embarque de pasajeros civiles. Para dejar subir al barco el mayor número de refugiados posible, los soldados tiraron casi todo su armamento. En una guerra, un arma es sinónimo de vida. Pero los oficiales no titubearon ni un segundo a la hora de desechar esas armas para otras salvar vidas, o sea, a los refugiados. En caso del barco Meredith Victory con capacidad para mil personas, portó a bordo, nada más ni nada menos que 14.000 personas. Dicha nave ha sido registrada en el libros Guiness de los récords como el barco que ha realizado la mayor operación de rescate. La retirada desde Heungnam, que evacuó a 105.000 solados surcoreanos y de las Naciones Unidas, y otros 98.100 refugiados, concluyó exitosamente el 24 de diciembre de 1950.



El barco Meredith Victory llega finalmente al extremo sur de la península coreana, concretamente a la isla de Gaoje. La población de Geoje en el momento en que llegaron los refugiados no llegaba 100.000 refugiados. Pero hubo épocas en que el campo de concentración recibió hasta 173.000 prisioneros. Si a ello se suma el número de oficiales que custodiaban el lugar y a los encargados, así como a otros refugiados que llegaron desde diferentes puntos de la península y al grupo que arribó desde Heungnam en barco, en Geoje residían entre 300.000 y 400.000 personas, o sea el triple o cuádruple de la población local. Refugiados, soldados y prisioneros… Parecía que la guerra se había trasladado a esta pacífica isla. Consecuentemente, los lugareños que hasta entonces no estaban muy al tanto de lo que estaba pasando fuera de su pueblo, tuvieron que experimentar las consecuencias del enfrentamiento bélico. Pese a esta difícil situación, los isleños no dudaron en echar una mano a los refugiados, que no tenían qué comer ni dónde dormir. Aunque ellos también llevaban una vida precaria, compartieron lo poco que tenían. Así comenzó la armoniosa convivencia entre los habitantes de Geoje con los refugiados. Geoje es la unión de las palabras “grande” y “cruce”, y quiere decir ‘gran cruce’ o ‘rescatar a lo grande’. Tal vez, la llegada masiva de los refugiados a Geoje fue parte del destino…



Pese al alto el fuego en la península coreana, nadie pudo regresar a su lugar de origen porque el camino estaba cerrado. Pensaron que algún día podrían volver a sus casas, y así pasaron un año, 10 años y ahora más de 60 años. Actualmente, no tienen más remedio que encontrarse con sus seres queridos a través de la memoria.
El puerto de Jangseoungpo en Geoje, que hace 60 años recibió a cientos y miles de refugiados, hoy ha recuperando su tranquilidad. Los llantos y gritos del pasado han sido reemplazos por el sonido de las olas, pájaros y barcos. Repentinamente, en la mañana de un frío invierno, llegaron a la isla de Geoje numerosos refugiados. No había suficientes casas ni comida. Pese a que eran momentos difíciles para todos, los lugareños recibieron cálidamente a estas personas que no tenían dónde ir ni qué comer, sin dejarse guiar por conflictos o principios diferentes. En medio del dolor de la división, Geoje renació como un territorio que simbolizaba la paz y la convivencia.


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