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Programas Especiales

El mundo visto a través del camino Bau de Gangneung

2012-01-01



A pesar del intenso frío propio de esta época del año, la gente se reúne en la Casa de Huéspedes del Camino Bau, que se encuentra en Bogwang, un pueblo bajo la juridicción de la ciudad de Gangneung, en la provincia de Gangwondo. “Bau” significa “roca” en el dialecto de la provincia de Gangwon-do y a la gente de esta región se la suele llamar “patata bau”, porque por ser una región muy montañosa, los pobladores cultivaban principalmente patatas en el pasado. No extraña, pues, que el camino más famoso de Gangwondo se llame “Bau”. Para ser más exactos, el camino Bau no es uno solo sino que está compuesto de 18 recorridos o tramos, que en total suman nada menos que 350 km de longitud. De éstos, recorreremos el llamado “Camino viejo de Daegwallyeong”.

Daegwallyeong es un collado o paso montañoso que atraviesa la cordillera Taebaek y permite la comunicación con la zona costera del mar del Este. Es un camino antiquísimo que ha sido utilizado por los viajeros desde los tiempos de Goryeo, es decir, desde el siglo X. Este paso está a 832 metros sobre el nivel del mar y es el lugar donde nieva más abundantemente del país. El recorrido “Camino viejo de Daegwallyeong”, que es el tramo 2 del camino Bau, comienza en donde antiguamente estuvo el área de descanso de Daegwallyeong de la autopista Yeongdong que une Seúl con Gangneung. El “Camino viejo de Daegwallyeong” rodea la Granja de Ovejas, que es el único lugar del país donde es posible la cría de estos animales, y se continúa hasta el Museo Daegwallyeong a lo largo de 16 km. Es un camino que en condiciones normales se puede realizar entre cuatro y cinco horas.



Cuando se atraviesa el paso Daegwallyeong, se llega a la ciudad costera de Gangneung. Sin embargo, para los habitantes de la costa, Daegwallyeong es el camino que comunica con Seúl, el sueño y la meta de todos los pueblerinos. Recorrido en el período Joseon por los jóvenes nobles que iban a rendir el examen gwageo para acceder a los cargos públicos, y en tiempos más modernos, por los jóvenes que partían hacia Seúl para encontrar trabajo y labrarse un mejor futuro, el paso Daegwallyeong ha sido siempre el camino para salir al mundo. Debido a que Gangwondo es muy montañoso, los caminos asfaltados para los vehículos se abrieron en lugares distintos a los senderos montañosos que unen las poblaciones entre sí. Eso permitió conservar los antiguos caminos transitados a pie. Muchas fueron las personas que se erigieron en exploradores para encontrar y unir los viejos senderos del camino Bau. Hace ya tres años que el camino Bau se ha dado a conocer el mundo.

Conociendo el paisaje y las historias que tiene el camino para contarnos, llegamos al altar Guksaseonghwandang, uno de los puntos importantes del “Viejo camino de Daegwallyeong”. En este sitio se realiza el rito de veneración a Beomil Guksa, que es un personaje histórico del siglo IX y a la vez una divinidad. Este rito es parte del rito de primavera Dano de Gangneung, así que es un lugar que ha sido muy transitado desde muy antiguo. Si se sube unos 200 metros por el estrecho sendero que está detrás del altar, se llega a una de las crestas de la cordillera Baekdu. Si se baja por la ladera este, se llega a Gangneung después de recorrer un sendero sinuoso de 99 recodos. Éste es el verdadero camino viejo de Daegwallyeong.



Aunque de aquí a Gangneung son sólo 13 km, este camino sinuoso de 99 curvas era antiguamente para los pobladores la única salida para llegar al mundo, al mismo tiempo que una difícil barrera. Así de difícil es transitar incluso para los lugareños. Hay sitios en donde la nieve es tan profunda que uno se hunde hasta los hombros. Cuando cae tanta nieve, hay que ponerse las raquetas en los pies para poder caminar. En otros tiempos, la gente del pueblo salía con estas raquetas después de una nevada para cazar animales. Entonces es muy fácil cazar jabalíes y liebres que se quedan atrapados en la nieve. Así, despertando recuerdos de otros tiempos, llegamos al punto llamado “Banjeong”, que es justo la mitad del “Viejo camino de Daegwallyeong”. Desde este lugar se tiene una vista panorámica de la ciudad de Gangneung, que se puede ver abajo, bajo nuestros pies. En los días claros, la vista es estupenda. Muy cerca de este punto hay un restaurante, en donde los viajeros pueden satisfacer el apetito despertado por la caminata disfrutando de esta gran vista. Hasta este punto que es la mitad de recorrido son unos 8 km.

La segunda mitad del “Camino Viejo de Daegwallyeong” es todavía más atrayente y sonoro debido a los cristalinos arroyos de agua que bajan del valle. Los arroyos del valle no se detienen, a pesar de lo accidentado del terreno, ni se congelan, a pesar de que el invierno llega antes que a ninguna otra parte y permanece por más tiempo en Daegwallyeong. Su incansable correr es para llegar al mar y perderse en la inmensidad. Del mismo modo que los arroyos, los árboles son también un componente inalterable del paisaje. En Daegwallyeong hay aproximadamente 140.000 pinos de la variedad Geumgang, con los que se construían todos los palacios y edificios importantes en el período Joseon. También hay castaños que han regalado sus frutos a seres humanos y animales durante más de un siglo. También están los ciruelos ume, que florecen antes que ningún otro árbol cuando todavía la nieve no se ha descongelado...



Así, caminando en compañía de la naturaleza, han pasado otras dos horas y hemos llegado al solar de la antigua fonda que había aquí antaño. Antiguamente en esta fonda descansaban los viajeros que viajaban a Seúl. Y con el fin de protegerse mejor de los salteadores de caminos que se ocultaban en los recodos de Daegwallyeong, esperaban a que se reunieran varios para emprender la travesía. Ya nos falta muy poco para completar nuestro recorrido, así que descansamos tomando el agua de manantial que fluye por el lugar. Cuanto más se lo piensa, el camino que estamos haciendo es idéntico a la vida. Por momentos, es corto y cómodo; pero al rato, se vuelve largo y difícil. Como la vida, tiene subidas y bajadas. Así, entre estas reflexiones, llegamos al final del camino Bau.


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