“La bailarina que se enamoró de un b-boy” es un original musical no verbal que aúna hip-hop y ballet clásico. Desde que se estrenó en diciembre de 2005 ha cosechado una lista interminable de premios y éxitos en todos los rincones del mundo: Beijing, Nueva York, Edimburgo, Shanghai, Singapur, Guam, Japón, Colombia, etc. En todas partes destacan la calidad artística de la obra, así como su capacidad de llegar a un público masivo. Como “Nanta” y “Jump”, “La bailarina que se enamoró de un b-boy” tiene en Seúl su propio teatro exclusivo de actuaciones, que es el Art Hall de Lotteworld. B-boys son los jóvenes que bailan break-dance, la danza acrobática que nació a partir de la cultura del hip-hop, una expresión cultural y artística que surgió en las comunidades afro-americanas de Nueva York en los años 70 y que en la actualidad es un código cultural con el que se identifican millones de jóvenes del mundo. Pero si bien el b-boy nació en Nueva York, EE.UU., el título de campeones del mundo del hip-hop lo detenta Corea desde hace una década. Lo que caracteriza a los b-boys coreanos es la garra. Muestran un break-dance sumamente dinámico y poderoso. Es algo que les hierve por dentro, como un volcán, y que explota cuando bailan. Los críticos dicen que los b-boys coreanos han cambiado la historia del break-dance. Un producto destacado de esta cultura del hip-hop es “La bailarina que se enamoró de un b-boy”. Como la libertad es el espíritu que prima en el hip-hop, los espectadores que asisten a la obra pueden hablar por sus celulares, levantarse de sus asientos, gritar y bailar si les viene en gana. La consigna es dejarse llevar por el ritmo y la contagioso arrebato del break-dance. Aparecen en el escenario un grupo de b-boys que practican y disfrutan de su danza en una plaza a la que da un salón de ensayos de ballet clásico. Molestas por el ruido, las bailarinas Soyeon y Seonhee deciden mostrar a los b-boys lo que es la verdadera danza. Sin embargo, todos son tan buenos que es imposible determinar quién son los mejores. En este proceso, el b-boy Seogyun atrae la atención de la bailarina Soyeon con su poderosa danza y su espíritu generoso. Soyeon se debate en la disyuntiva. Como bailarina clásica, no puede juntarse con los b-boys... Finalmente toma una decisión: se quita sus zapatillas de ballet y vestida de b-girl aparece en la plaza. Sin embargo, los b-boys no la aceptan y la arrinconan. El que la salva del mal trance es Seogyun y ambos bailan una hermosa danza de reconciliación. Los b-boys aceptan a la ex-bailarina de ballet y Soyeon y Seogyun pueden hacer realidad su amor. De este modo, este espectáculo musical no sólo ofrece diversión y arrebato sino que también transmite el mensaje de que debemos saber aceptar a los que son diferentes de nosotros.