En Corea, el primer cumpleaños de un niño, conocido como dol (돌) o doljanchi (돌잔치), es una de las celebraciones más significativas de la infancia. Esta tradición marca un hito importante no solo para el bebé, sino también para toda la familia, y se convierte en una gran ocasión para celebrar con parientes, amigos y personas cercanas. Entre las comidas tradicionales, los rituales simbólicos y las reuniones familiares, hay una costumbre que destaca por su peculiaridad y profundo significado: la de regalar anillos de oro.

Haciendo un poco de historia, el dol es una ceremonia tradicional que celebra el primer aniversario del nacimiento de un niño o niña. Surgió en épocas en las que la tasa de mortalidad infantil era alta, por lo que alcanzar el primer año de vida era motivo de gran celebración y gratitud. Aunque las condiciones han cambiado, la tradición se mantiene como una expresión de amor, esperanza y buenos deseos para el futuro del pequeño.

Cuando un niño cumple su primer año, es habitual que los familiares cercanos, especialmente los abuelos y tíos, le regalen un pequeño anillo de oro. Pero atención, no se trata de un anillo cualquiera. En coreano, estos se conocen como dol banji: dol, por el primer cumpleaños, y banji, que significa “anillo”. De hecho, si uno entra en una joyería en Corea, encontrará estantes dedicados exclusivamente a estos anillos. ¿Y en qué se diferencian de los anillos comunes? Los dol banji están hechos de oro de 24 quilates, suelen pesar unos 3,75 gramos y están diseñados especialmente para bebés. Aunque, claro, dependiendo del bolsillo del comprador, el regalo puede ir más allá: hay brazaletes, figuras de tortugas, cerditos o incluso pequeñas barras de oro que requieren más cantidad del metal precioso y, por tanto, son mucho más costosos.

Eso sí, este gesto no tiene un fin estético ni está pensado para que el bebé lo use. Su verdadero valor es simbólico y representa deseos de prosperidad, salud y buena fortuna. En la cultura coreana, el oro está tradicionalmente asociado con la riqueza, la estabilidad y la protección espiritual.

Además de su carga simbólica, estos anillos también tienen un valor económico. En tiempos pasados. , y todavía hoy, se consideran una especie de “fondo de ahorro” inicial para el niño. Como el precio del oro tiende a mantenerse o incluso aumentar con el tiempo, muchas familias guardan estos regalos como recuerdos valiosos. Otras, en cambio, optan por fundirlos más adelante y convertirlos en piezas significativas, o incluso venderlos para cubrir gastos importantes, como la matrícula universitaria.

Sin embargo, en los últimos años, el precio del oro ha aumentado notablemente. A principios de 2025, el costo de un anillo de 3,75 gramos alcanzó los 592.000 wones (unos 450 dólares estadounidenses). Y con los costes adicionales de fabricación e impuestos, el precio final superó los 600.000 wones. ¡Casi cuatro veces más que hace una década, cuando uno similar costaba unos 150.000 wones!

Este incremento ha llevado a muchas familias a reconsiderar la tradición. Hoy en día, quienes desean regalar algo con motivo del primer cumpleaños de un niño o niña optan por versiones más pequeñas, como anillos de un gramo, que rondan los 200.000 wones. O bien eligen alternativas simbólicas y prácticas: cuentas de ahorro, juguetes educativos, ropa, zapatos... incluso dinero en efectivo para que los padres puedan utilizarlo según las necesidades del niño.