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Ante la prolongada pandemia y el pronóstico optimista sobre vacunar al menos a un 70% de la población con la primera dosis antes de Chuseok, en estos momentos en Corea del Sur existen crecientes opiniones a favor de relajar las pautas de prevención y normalizar la vida de las personas, avanzando hacia una nueva normalidad en convivencia con el COVID-19, virus que se estima no desaparecerá fácilmente. En dicho contexto, está en marcha entre las autoridades sanitarias un intenso debate sobre cómo lograr tal transición, sin afectar el ritmo de propagación de la enfermedad.

El debate es posible a estas alturas gracias a la campaña nacional de vacunación, que según progresa permite prever que será posible administrar la primera dosis de la vacuna al 70% de la población hasta el día 19 o incluso antes. Según datos del 9 de septiembre, 31.323.000 ciudadanos -un 61% de los habitantes- recibieron la primera dosis y el porcentaje se eleva al 70,9%, si se excluyen del recuento a los menores que no están en el plan de vacunación en conformidad con las recomendaciones de uso de la vacuna.

El Gobierno está abocado por tanto a definir el concepto de “with COVID-19” o “nueva normalidad con el coronavirus”, al que se alude para describir la situación actual que demanda la convivencia con dicha enfermedad, dada la ambiguedad de dicho término que impide establecer métodos concretos para dar mayor libertad a los ciudadanos, sin que ello implique controles más leves o negligencia en el cumplimiento de las pautas de prevención. Así, las autoridades competentes sostienen que primero habrá que establecer claramente en qué consiste el citado concepto y después trazar una nueva estrategia contra el COVID-19, y que en estos momentos se hayan justo en mitad de esta labor.

Dicho esto, se prevé que la estrategia para la nueva normalidad con el coronavirus del Gobierno surcoreano estará completa como muy pronto a fines de octubre y con base en ella, analizarán desde noviembre si será realmente posible la transición del sistema actual de estrictas pautas sanitarias y de distanciamiento físico, así como restricciones al comercio, a uno nuevo con medidas más relajadas para volver a la normalidad, o hablando con más precisión, para entrar a una nueva realidad de convivencia con el COVID-19.