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El difunto Lee O Young, primer ministro de Cultura de Corea del Sur, es considerado uno de los mayores líderes intelectuales del país. A lo largo de su vida, ejerció como profesor universitario, periodista, novelista, crítico y funcionario, y dejó decenas de libros.

Nacido en 1933 en Asan, en la provincia de Chungcheong del Norte, Lee estudió literatura en la prestigiosa Universidad Nacional de Seúl. Causó un gran revuelo en el mundo literario en 1956 con una columna que escribió para el diario Hankook Ilbo, titulada "Destrucción de un ídolo", en la que criticó fuertemente a los literatos veteranos por el sentido de autoridad. Lee O Young, que entonces tenía apenas 23 años, se dio a conocer ampliamente gracias a ese debut sensacional y se convirtió en uno de los columnistas más solicitados por los periódicos locales. 

No en vano, desde 1960 escribió notas de opinión para varios rotativos importantes del país, pasándose a considerar como el mejor comentarista sociopolítico de la época. En 1973, pese a no tener experiencia alguna como reportero, fue seleccionado por un diario nacional como corresponsal en París y entrevistó a los escritores más importantes de la época, como al Nobel de literatura, François Mauriac. 

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Tras regresar al país, se centró en su papel de crítico y profesor universitario, y también en escribir libros. Lee produjo nada menos que 130 escritos a lo largo de 60 años, incluidas críticas, novelas, poemas y ensayos. Sus obras profundizan en una amplia gama de temas. Por ejemplo, en “En esta tierra y en ese viento”, antología de sus ensayos de los años 60, Lee abordó aspectos de la cultura autóctona coreana, mientras que en “Una teoría cultural de piedra, papel y tijera”, en 2005, ahondó en las humanidades. También es conocido por inventar el neologismo “digilog”, una combinación de las palabras digital y analógico, para anticipar propiamente la transición de una sociedad analógica a otra digital.

Lee O Young además trabajó para el Gobierno. Lideró la planificación general de la ceremonia de apertura y de clausura de los Juegos Olímpicos de Seúl 1988, considerados uno de los eventos que mejor encarnó el espíritu olímpico, al trascender la política, la religión y la raza. En particular, la aparición de un niño con aros en el Estadio Olímpico durante la ceremonia de apertura se convirtió en una escena simbólica del evento que tocó el corazón de muchos, al transmitir un mensaje de esperanza para la paz y la armonía mundiales. Tras las olimpiadas, Lee fue nombrado primer ministro de Cultura del país bajo la Administración de Roh Tae Woo. Ejerciendo el cargo de 1990 a 1991, lideró el establecimiento del Instituto Nacional del Idioma Coreano.

En sus últimos años, Lee O Young continuó escribiendo, incluso después de que le diagnosticaran cáncer, y falleció en febrero de este año a la edad de 89 años.