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Han pasado seis meses desde que Yoon Suk Yeol fue investido como presidente, y su gestión se distancia en gran medida de sus predecesores, con cambios radicales no solo en política gubernamental, estrategia económica y relaciones exteriores, sino también físicos, como el traslado de la Oficina Presidencial de Cheongwadae a Yongsan. También ha sido un primer medio año con mucho ruido e incesantes  controversias, mientras que el apoyo popular a Yoon y a su gestión ha caído rápidamente, incluso a menos del 30%. 

Convertir Cheongwadae en un espacio público para los ciudadanos y llevar la Oficina Presidencial a Yongsan fue una medida simbólica, al igual que las “entrevistas de camino al trabajo” que el mandatario empezó a conceder cada mañana, en un intento de suavizar el autoritarismo y la imagen de “presidente imperial”. 

En cuanto a las políticas gubernamentales, el Ejecutivo de Yoon revocó gran parte de lo que venía impulsando la administración previa, sustituyendo – por ejemplo- la estrategia económica con mayor intervención del Estado por otra más centrada en el sector privado; y la política antinuclear por iniciativas para fomentar el sector de energía nuclear y la exportación de reactores atómicos.

Las relaciones intercoreanas también retrocedieron, siendo la prioridad máxima en política exterior y de seguridad la alianza con Estados Unidos y la normalización de relaciones con Japón. 

En paralelo a las novedades, durante los últimos seis meses también hubo situaciones por las que el Ejecutivo de Yoon fue y aún es criticado, como el abrupto traslado de la Oficina Presidencial a Yongsan, considerado algo repentino y sin preparativos, la designación de altos cargos por amistad o vínculos personales del presidente o de la primera dama, y la designación de exfiscales para puestos clave, medida por que actualmente el país bajo el Gobierno de Yoon Suk Yeol es satíricamente referido como “república de fiscales”. 

Pero, lo más inquietante es que el próximo medio año de gestión de Yoon tampoco luce favorable: uno, porque la economía atraviesa momentos difíciles por la subida de tipos, el aumento de los precios y el fortalecimiento del dólar, dos, por la tragedia de Itaewon y la responsabilidad que el deberá asumir de un modo o de otro, y tres, porque debe lidiar con las provocaciones norcoreanas, siendo totalmente incierto si podrá poner freno a la temeridad de Corea del Norte.