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Corea del Norte lanzó dos proyectiles hacia el Mar del Este el día 2, que alcanzaron una altura máxima de 35 kilómetros y recorrieron una trayectoria total de 240 kilómetros. Esta nueva prueba fue realizada en un ambiente crítico, al persistir la crisis del COVID-19, y apenas un día después de que el presidente surcoreano Moon Jae In abogara por impulsar la cooperación intercoreana en materia sanitaria.

Al respecto, el Estado Mayor Conjunto de Corea del Sur explicó que el Ejército norcoreano continúa con los ejercicios de artillería iniciados el 28 de febrero, y el lanzamiento de proyectiles del día 2 podría formar parte de esas maniobras. Las autoridades militares aludieron a las últimas armas probadas por Pyongyang como “proyectiles de corto alcance que podrían ser misiles balísticos”.

Recientemente, según informan, Corea del Norte instaló un sistema de guía en su lanzacohetes múltiple de gran dimensión para mejorar la precisión de esa arma. Y considerando que dicho equipo tiene un alcance de 400 kilómetros, y el de 300 milímetros de calibre alcanza 200 kilómetros, los proyectiles disparados desde estos lanzacohetes son comparables a un misil balístico.

Sobre el nuevo ensayo, la mayoría evalúa que forma parte de las actividades que viene realizando Corea del Norte desde 2019 con el objetivo de “aumentar la fuerza de autosupervivencia”, establecido por el régimen de Pyongyang. Sin embargo, se analiza que fue el más reducido en magnitud respecto a otros ejercicios de artillería similares ejecutados por dicho país en años previos a 2018, antes de que floreciera un ambiente de reconciliación con Corea del Sur y Estados Unidos. Dicho esto, hay quienes opinan que Corea del Norte moderó la intensidad del ensayo considerando el actual panorama regional e internacional, y en sintonía de la actitud pasiva que ha venido mostrando de no realizar provocaciones mayores, aún después de amenazar a fines de 2019 con realizar una “acción de gran impacto”.

Al margen de esos análisis, a estas alturas y con el ambiente actual, no parece tarea fácil romper el hielo entre las dos Coreas, y mucho menos concretar en resultados tangibles las propuestas del Gobierno surcoreano de impulsar la cooperación intercoreana de cara a los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, de iniciar un programa de turismo de particulares a Corea del Norte, o de adoptar medidas conjuntas en materia sanitaria contra el COVID-19.