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Este año los coreanos vivieron un Chuseok sin precedentes debido al COVID-19. No pudieron organizar los habituales viajes a sus pueblos natales ni reuniones familiares, como es costumbre en estas fiestas, todo para prevenir contagios y acatar las recomendaciones de las autoridades, que designaron las dos semanas entre el 28 de septiembre y el 11 de octubre como periodo especial de cuarentena. Una medida tomada ante los riesgos de infección que podrían aumentar con los desplazamientos de ciudadanos durante esta época.

Así, el Chuseok de 2020 estuvo marcado por el confinamiento y el distanciamiento social, en otras palabras sin contacto con los seres queridos. La situación definitivamente deprimió a muchos surcoreanos, sin embargo, la mayoría entendió y cooperó, considerando que a estas alturas lo prioritario es disminuir en lo posible las posibilidades de contagio, que por cierto afecta en mayor proporción a las personas de edad avanzada.

Las encuestas indican que de hecho, bastantes ciudadanos evitaron reunirse con su familia y otros parientes en estas fiestas de Chuseok. Sin embargo, también existen datos que inquietan, al dejar entrever que un número considerable de los surcoreanos aprovecharon el largo puente para hacer turismo, ya que no tenían obligaciones familiares que cumplir. Asimismo, la reducida celebración de Chuseok hizo que las ventas en los mercados disminuyeran en gran medida, afectando a los que ya sufren gravemente debido a la crisis sanitaria, como los micro y pequeños comerciantes.

Un alivio, en este contexto, será el cuarto presupuesto complementario establecido por el Gobierno, que se centra principalmente en otorgar subsidios a dichos comerciantes. Sin embargo, desde ya existen críticas aludiendo a que esas ayudas no son una solución fundamental, mientras el sube y baja en el número de casos de COVID-19 sigue y la pandemia no parece ceder.