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China, país que protagoniza fuertes conflictos comerciales con Estados Unidos, hace actualmente una intensa difusión de la postura que mantiene sobre la Guerra de Corea bastante distanciada de la verdad histórica, insistiendo en que participó en ese conflicto bélico apoyando a Corea del Norte en su lucha contra Estados Unidos. Así, hasta distorsiona los hechos al afirmar que no fue la invasión norcoreana lo que inició dicha guerra.

Recientemente, la Liga de la Juventud Comunista de China altamente influyente dentro de ese país vecino con más de 8.000 afiliados, manifestó que la Guerra de Corea no comenzó con una invasión del Norte, sino que fue una guerra civil entre las dos Coreas, que respectivamente buscaban ejercer su soberanía sobre la península. Esa declaración coincidió con el discurso emitidio el día 23 por el presidente chino Xi Jinping sobre la Guerra de Corea, donde afirmó que Estados Unidos decidió intervenir con armas en una guerra civil de la península coreana, guiado por su propia estrategia exterior y su influenciada visión de la guerra fría.

Ante esta interpretación claramente distorsionada y alejada de la verdad histórica, las autoridades de Corea del Sur expresaron que es una realidad histórica irrefutable que la guerra -desatada hace setenta años- comenzó a partir de la invasión norcoreana. Además, resaltaron que la polémica sobre cómo empezó y se desarrolló ese conflicto bélico es un asunto cerrado, y que la verdad histórica no se puede cambiar, presentando como pruebas las resoluciones de la ONU que entonces instaron a Corea del Norte a frenar las hostilidades, considerando sus ataques armados como un atentado contra la paz, y llamando a las tropas norcoreanas a retroceder hacia el norte del paralelo 38.

La campaña actual de China por tergiversar la historia de la Guerra de Corea se entiende en el marco de los conflictos que el gigante asiático mantiene con Estados Unidos, mientras que por otro lado, desde su Ministerio de Exteriores, reitera a Corea del Sur la importancia de estrechar relaciones bilaterales. Sin embargo, esta actitud es vista como dual e incluso es referida por los más críticos como la “doble cara de China”, pues opinan que al rechazar un hecho reconocido histórica e internacionalmente, muestra una conducta carente de sinceridad y muy poco objetiva.