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Irán decidió liberar a todos los tripulantes del petrolero incautado en enero, excepto al capitán. Al respecto, el Ministerio de Exteriores de esa nación de Oriente Medio anunció el día 2 que autorizaron regresar a su país a los marineros surcoreanos detenidos por provocar contaminación medioambiental en el golfo Pérsico, aceptando la petición del Ejecutivo de Seúl y en base a principios humanitarios.

La noticia fue aceptada obviamente con satisfacción por las autoridades surcoreanas, aunque solicitaron a Teherán tomar las medidas necesarias para una pronta liberación del barco y del capitán, que permanecen detenidos. Respecto al buque y a su capitán, el Gobierno iraní especificó que la embarcación seguirá incautada, mientras que prometió dar un trato humanitario al capitán, además de garantizarle el acceso a los recursos consulares que precise.

Dicho petrolero surcoreano fue incautado en el estrecho de Ormuz el 4 de enero, cuando iba rumbo a Emiratos Árabes Unidos trasportando materiales químicos. Las autoridades iraníes argumentaron que el barco contaminaba el mar, aunque la naviera propietaria del buque refutó ese argumento asegurando que no habían pasado ni tres meses desde la última inspección del buque, que solo vierte agua al mar tras eliminar los microorganismos, sin generar contaminación salvo en caso de choque exterior.

Entonces muchos comenzaron a sospechar que la incautación tenía otros propósitos y que la contaminación marítima era solo un pretexto, pues lo que pretendía Teherán era tomar como “rehén” ese petrolero y a sus tripulantes para presionar a Corea del Sur, a fin de lograr que Seúl descongele unos activos iraníes, exactamente 7.000 millones de dólares, como pago por el crudo que importó de Irán pero nunca llegó a remitir por las sanciones de Estados Unidos contra ese país islámico.

La liberación de los marineros del petrolero incautado se interpreta por lo pronto como una señal positiva, y las autoridades diplomáticas de Corea e Irán coincidieron en la necesidad de restablecer la confianza mutua para resolver el problema de los activos congelados. No obstante, la naviera propietaria explica que los marineros que el Gobierno iraní decidió liberar resultan indispensables para las tareas de mantenimiento del barco y deben permanecer allí. Por tanto el anuncio de su liberación por parte de las autoridades de ese país de Oriente Medio, que difícilmente ignoraban ese punto, podría tratarse de un mero gesto sin efecto real.

En tanto, realizar los pagos congelados tampoco es tarea fácil, pues están por medio las sanciones de Estados Unidos, y la solución podría llevar más de lo esperado.