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Las protestas y marchas contra la xenofobia y el odio contra los asiáticos aumentan en Estados Unidos y en otros países del mundo. El suceso que motivó la expansión de este movimiento fueron los tiroteos de hace poco en la ciudad estadounidense de Atlanta, cuyas víctimas mayormente eran mujeres de origen asiático. Al aumentar las protestas, el presidente Joe Biden visitó personalmente la zona para condenar la violencia racista, mientras que el secretario general de Naciones Unidas enfatizó la solidaridad contra los delitos de odio.

Los tiroteos de Atlanta, que por lo pronto parecen un crimen racista, sucedieron el 17 de marzo cuando un joven blanco de 21 años llamado Robert Aaron Long que iba armado, atacó dos centros de masaje en las afueras de Atlanta y un spa en el centro de la ciudad, todos administrados por asiáticos. En el asalto fallecieron ocho personas, incluidas seis mujeres asiáticas, cuatro de ellas de ascendencia coreana. 

Considerando que esos establecimientos son percibidos como un negocio mayormente regenteado por asiáticos y las declaraciones de Long, quien antes de atacar esos lugares señaló a los asiáticos como su objetivo, se especula que la motivación del crimen es racista. No obstante, las autoridades a cargo de la investigación de Estados Unidos muestran cautela sin descartar ninguna posibilidad, incluyendo motivos como adicción sexual.

En todo caso y pese a la prudencia de las autoridades investigadoras, pues el racismo actualmente es un tema muy susceptible en Estados Unidos, los recientes hechos han derivado en un fuerte movimiento contra los delitos de odio, concretamente contra la violencia antiasiática. En este contexto, las protestas aumentan día tras día y no solo congregan a asiáticos, sino también a ciudadanos de otras razas y celebridades asiático-estadounidenses como Awkwafina, Sandra Oh o Steven Yeun –los dos últimos de origen coreano- al expresar que se aliarán con las comunidades asiáticas en Estados Unidos.

Los tiroteos de Atlanta inquietan principalmente por dos motivos. Uno, porque agudizan la inseguridad en la sociedad estadounidense ante problemas de racismo y discriminación, y dos, porque reflejan xenofobia contra los asiáticos, que se expande por el mundo en sintonía con la pandemia.