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El exministro de Exteriores Fumio Kishida ha sido elegido como nuevo primer ministro de Japón. Así parece que la política exterior de Tokio no se distanciará de la actual, aunque hay quienes cuidadosamente vaticinan sutiles cambios en las relaciones surcoreano-niponas. Como primera reacción oficial a la elección de Kishida, la Oficina Presidencial de Corea del Sur expresó que espera poder cooperar con el nuevo gabinete japonés para el avance de los lazos bilaterales con miras a futuro.

Kishida ganó la votación interna del gobernante Partido Liberal Demcrático el día 29 al obtener 170 de los 257 votos, adelantando a su rival más fuerte, Taro Kono. Asumirá como el centésimo primer ministro de Japón, una vez avalada su elección en ambas cámaras del Parlamento nipón. Previamente Kishida ejerció como ministro de Exteriores durante cuatro años y ocho meses, durante el Gobierno de Shinzo Abe, como parte de una prolífica carrera política en la que ocupó cargos clave tanto en la cámara baja japonesa y el partido en el poder, como en el gabinete de ministros, donde asumió los puestos titular de Exteriores y de Defensa. Es también la persona que acudió a las negociaciones con Seúl del acuerdo sobre las víctimas de la esclavitud sexual durante el colonialismo, así como su signatario.

En general, se considera que profesa una inclinación ideológica diferente de la ultraderechista de Shinzo Abe y es visto como un hombre prudente y discreto. Sin embargo, eso no implica que con Kishida en el poder vayan a mejorar drásticamente las relaciones entre Corea y Japón, estancadas durante varios años, pues al menos por ahora se estima que la orientación de la política exterior de Tokio no cambiará, y considerando que las relaciones bilaterales solo empeoraron durante los gobiernos de Abe y también de su sucesor, Yoshihide Suga, a tal punto de frustrarse todo intento de mantener una cumbre durante el mandato del último, que duró algo más de un año.

Además, actualmente siguen sin resolverse las diferencias entre Corea y Japón respecto a temas sensibles, como el acuerdo sobre las esclavas sexuales, la indemnización a las víctimas de la explotación laboral a cargo de varias empresas niponas durante la era colonial, o las restricciones comerciales.

Los más optimistas auguran, en todo caso, que podría haber cambios -aunque sutiles- por la personalidad del nuevo primer ministro japonés, además de por su experiencia como ministro de Exteriores y por su inclinación política.