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El Instituto Hyundai de Investigación Económica vaticina que la tasa de crecimiento potencial de la economía coreana puede caer por debajo del 2%. El crecimiento potencial de una nación se refiere a la tasa máxima que una economía puede expandirse, haciendo uso de todos sus recursos sin generar efectos adversos como la inflación. Esta cifra se situó en el rango del 7% entre 1991 y 1995, cayendo después al 5% durante el periodo 1996-2000 a raíz de la crisis monetaria asiática. En la década de 2000 se ubicó en la línea del 4%, pero volvió a retroceder al 3,2% entre el 2011 y 2015 arrastrada por el impacto de la crisis financiera mundial. El instituto coreano estima que la tasa de crecimiento potencial del país se mantendrá en alrededor del 2,5% hasta el 2020, bajando después al 2,1% entre el 2021 y 2025, y será inferior al 2% a partir del 2026.

En el pasado, las turbulencias monetarias y financieras fueron las principales causas de la pérdida de dinamismo de la economía, pero ahora se atribuye más bien a los cambios demográficos, es decir, el aumento de las personas de edad avanzada y la caída de la natalidad. A este ritmo, se proyecta que el número de personas en edad de trabajar mermará, en promedio anual, en 330.000 ciudadanos en el periodo 2020-2029 y hasta 520.000 en el periodo 2030-2039. Por otro lado, la tasa de fecundidad de Corea registró su nivel más bajo en 2018, mientras que en 2019 se pronostica que retrocederá aún más, alcanzando 0,9 hijos por mujer. Otro problema al que se enfrenta el país es la contracción de las inversiones. Las empresas coreanas han decidido retrasar o cancelar sus inversiones por temor a que las condiciones económicas empeoren por diversos factores externos, tales como las represalias de Tokio contra Seúl y la guerra comercial entablada entre Washington y Beijing. La falta de nuevos motores de crecimiento es otra causa de la escasa inversión empresarial. Ante este escenario, la tecnología es la clave para estimular la economía. Corea se posiciona entre los primeros en la carrera hacia la modernización tecnológica, al invertir 78 billones de wones en investigación y desarrollo en 2017, monto que representa el 4,6% del PIB del país, casi el doble del promedio del 2,4% invertido por las naciones de la OCDE.