Hay personas mayores, que a pesar de tener una edad en la que deberían estar jubiladas, se mantienen activas y saludables. Son parte una generación con características muy diferentes a los mayores que los precedieron. La gran diferencia es que es la primera generación de personas mayores de Corea, que viven la ancianidad de un manera activa y con pleno control de sus vidas. Las generaciones anteriores esperaban con naturalidad que sus hijos los mantuvieran, pero las cosas han cambiado y eso ya no es posible. Esta generación es la primera del país que se responsabiliza plenamente de su ancianidad. Lo sienten como una carga, pero también como una oportunidad. Es una generación que vivió y lideró los muchos cambios sociales, culturales y económicos que hubo en nuestro país, por eso están preparados para afrontar también esta etapa de sus vidas. Se puede decir que es la primera generación de personas mayores que siente y al mismo tiempo se mantiene activa y productiva. Otras generaciones previas de la tercera edad llevaban una vida pasiva, pues dependían de sus pensiones de jubilación y de la ayuda monetaria que les proporcionaban los hijos. Pero los integrantes de esta ‘nueva ola’ de la tercera edad, mantienen un papel económico activo como consumidores, sobre todo de los sectores de estética, salud y ocio. Al industrializarse el país, estas personas ocuparon lugares muy variados del espectro económico. Por esta razón, sus vidas después de jubilarse, también reflejan una gran variedad. Algunos emprenden nuevos negocios y en su mayoría desean conseguir nuevos trabajos. En particular, les interesa mucho el sector de voluntariado, y todo lo que tenga que ver con contribuir a la sociedad. Esta activa generación de personas mayores no tiene reparos en buscar aquello que le gusta o aprender cosas nuevas si fuera necesario. En la clase de carpintería que se ofrece en el Centro Cultural Femenino de Songpa, en Seúl; unas veinte personas mayores de ambos sexos, se afanan cortando madera con sierras eléctricas y alisan sus bordes con lijas. El curso de carpintería se ofrece dos veces por semana y, salvo razones de fuerza mayor, nadie falta. El poder crear con sus propias manos es más que suficiente para llenar el vacío que muchos sienten después de jubilarse. Y al igual que hay quienes se sienten bien sudando en un taller de carpintería, también están los que desean aprenden a preparar cafés de modo profesional, para convertirse en baristas y abrir su propia cafetería. Y también los hay que optan por la música, como los integrantes de la Orquesta Pop Senior del distrito de Guro; compuesta por músicos que, tras dedicarse toda la vida a esta profesión, eligieron seguir haciendo lo que más les gusta, para proporcionar alegría a otras personas.