Blancanieves es uno de los cuentos de hadas más famosos del mundo. Su historia fue transmitida oralmente hasta que a principios del siglo XVII los hermanos Grimm escribieron y publicaron el cuento. En 1937 Disney causó sensación en el mundo entero al transformar el cuento en una película animada. Han pasado cinco siglos desde que la historia se publicó por primera vez, y 77 años desde que fue llevada al cine animado, pero continúa siendo una de los cuentos de hadas favoritos de los niños de todo el mundo. En Corea también existe una versión teatral, que goza de gran éxito desde el año 2001. Se trata de “El enanito que amó a Blancanieves”. En esta versión coreana, el protagonista no es Blancanieves sino el menor de los siete enanitos que ayudan a la princesa.



Su nombre es Bandari y no puede hablar, pero su amor puro y desinteresado por Blancanieves no tiene parangón. Desde su estreno en 2001, “El enanito que amó a Blancanieves” se ha representado 2800 veces y ha sido vista por 800.000 personas, convirtiéndose en una de las obras teatrales más representativas de Corea. Comenzó como una obra teatral infantil, pero a lo largo de estos años ha hecho llorar por igual a niños y adultos. En este momento es la obra para niños que los mayores prefieren ver con sus hijos. Blancanieves va a vivir a casa de los siete enanitos, siendo el menor Bandari. Aunque es pequeño, tímido y mudo, Bandari salva a Blancanieves en varias ocasiones poniendo en peligro su propia vida. En una ocasión, la madrastra de Blancanieves provoca una tormenta en el lago y la princesa se hubiera ahogado de no ser por Bandari. En otra ocasión, Blancanieves se pincha con la espina de una rosa envenenada que le regala la madrastra. Bandari parte entonces a un larguísimo viaje para traer el antídoto que haga despertar a Blancanieves. Agradecida por haberle salvado la vida dos veces, Blancanieves se muestra cariñosa con Bandari y el pequeño enanito se siente feliz por la amistad que le muestra la princesa. Sin embargo, la felicidad no dura mucho tiempo.



La madrastra vuelve atacar a Blancanieves y ésta cae en un sueño sin retorno después de comer una manzana envenenada. Lo único que puede despertar a Blancanieves es el beso de un príncipe. Para ir en busca de ese príncipe que se llevará el amor de su amada, Bandari supera toda clase de peligros. Por fin trae al príncipe y éste despierta con su beso a Blancanieves. Sin darse cuenta de que quien la ha salvado en verdad es Bandari, Blancanieves se casa con el príncipe. Una vez que Blancanieves parte, Bandari se deja morir lentamente. El último deseo de Bandari es que lo sepulten en el bosque donde florecen las florecillas blancas “Aliento de bebé” que tanto gustaban a Blancanieves. Al final, pregunta a su espejito mágico quien la ama más en el mundo y sorprendida al saber que es Bandari, corre a buscarle para agradecerle su amor, antes de morir. La mayor enseñanza que nos deja la obra es que todos, por pequeños e insignicantes que seamos, podemos amar a alguien de ese modo puro y sacrificado.