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Cultura

‘La danza de la grulla’, por Kim Yi Seok

2019-10-22


-Los únicos que mantuvimos el arte de esa danza fuimos el pobre Seongjun, que ya murió, y yo.

Así empezaba diciendo Seonggu, para continuar recordando con exaltación de los años que había pasado bailando la danza de la grulla en el teatro Wongaksa.

-Así es, eso sí que era danza de verdad, y no como las de ahora –comentaba otro anciano.


“학춤의 대를 이은 사람은 죽은 성준이와 그리구선 나밖에 없지“ 

성구영감은 이렇게 허두를 꺼내놓고 나서는

<설중매>의 연극과 함께 유명한 원각사에서

학춤을 추던 그 시절의 이야기를 신이 나서 풀어놓는 것이었다.


“그렇지, 그 때의 춤이 춤이었지. 요즘의 춤이야 그게 어디 춤이라구“ 

듣는 노인들도 그의 흥을 돋워줬다.



El viejo Seonggu había sido artista, y bailaba la danza de la grulla, pero ahora se marchitaba en un geriátrico sin que nadie viniera a visitarle. Su único placer en la vida era hablar de los tiempos en que actuaba sobre un escenario. 



Aunque parecía inmóvil, un suave temblor recorrió su cuerpo, desde la punta de los dedos de la mano hasta la punta de los pies. Las gotas de sudor inundaron su frente y su respiración comenzó a agitarse. Dio dos pasos de grulla al tiempo que su mirada se suavizaba y luego cerró los brazos, como si plegara las alas. Entonces se posó delicadamente sobre el suelo y agitó un par de veces el cuello para finalmente tumbarse de lado y cerrar lentamente los ojos. Su expresión era bella y serena.

Los espectadores, embelesados por la danza, expresaron su arrebato con un aplauso atronador. Sin embargo, y pese a la ovación, el rostro del anciano permaneció sereno y no abrió los ojos.


아무것도 움직이는 것이 없으면서도 

손끝으로부터 발끝까지 

전신을 부드럽게 떨어대는 움직임,

그의 이마에서는 땀이 빗발치고 숨결이 고도로 높아졌다.


그래도 자세를 구지기 않고 서 있던 그는

주춤하고 학의 걸음으로 두어 걸음 걸어 나가고는 

지금까지 광채가 나던 눈이 부드러워지며

팔을 차차 거두기 시작했다.

마치도 학이 벌렸던 날개를 거두듯이.


그러고는 사풋이 주저앉아 목을 두어 번 비꼬고서는

옆으로 약간 누인 채, 가만히 눈을 감아 버렸다.

고즈적하고도 아름다운 얼굴이었다.



Entrevista a la crítico literaria Jeon So Yeong:

Una obra de arte es como un alter ego del artista y eso es la danza de la grulla para el anciano Seonggu. Al ver que le quedaba muy poco de vida, reunió sus últimas energías para mostrar a la gente la belleza de esta danza. Fue el legado que quiso dejar antes de irse de este mundo. Y fue afortunado, no solo porque murió bailando su amada danza, sino porque dejó una profunda impresión en el corazón de todos los que allí reunidos.




Autor: 

Kim Yi Seok nació en Pyongyang en 1914 y falleció en 1964. Entre sus obras se encuentran, ‘El peral’, ‘El unicornio’ y ‘El cuclillo’. Recibió los premios literarios Libertad Asia y del Municipio de Seúl.

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