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Cultura

Canciones sobre hechos cotidianos

2020-09-09


La música que disfrutaban las clases dominantes recibía el nombre de jeongga. A diferencia de la música folclórica y popular que era dinámica y expresiva, el jeongga era elegante, lento y extremedamente comedido. Los jeongga eran en general poemas musicalizados y se clasificaban en gagok, sijo y gasa según su longitud. Para el público de hoy en día es muy difícil entender la letra de estas canciones, puesto que los poemas se componían en caracteres chinos y utilizando vocablos cultos y arcaicos. Afortunadamente se han hecho numerosas adaptaciones modernas que los hacen más asequibles. La primera pieza que escucharemos hoy se inspira en un gasa titulado “Chunmyeongok”, que significa “Canción de una siesta de primavera”. Trata de un noble que se despierta de una siesta y se descubre en un jardín lleno de flores y mariposas. Se queda tan cautivado con la belleza del lugar que se toma una botella de licor y se viste para salir con la esperanza de conocer a una bella dama. Un trío de música tradicional llamado Modern Gagok adaptó este tema y le puso el subtítulo de “Un café por la tarde”. La canción trata acerca de un hombre que disfruta de una buena taza de café al despertar de su siesta. 

“Chunmyeongok” (“Un café por la tarde”) – Modern Gagok


A los coreanos de hoy en día les gusta acudir a las saunas o a las aguas termales cuando están cansados o sufren dolores musculares. Lo mismo hacían los antiguos, como se ve en esta canción occidental de las provincias norcoreanas de Hwanghae-do y Pyeongando. La letra de la canción consiste en contar desde uno hasta cien y el propósito de cantarla era tratar de permanecer más tiempo con el cuerpo sumergido en las calientes aguas termales. En las decenas, acudiendo a palabras que suenan parecido, la canción hace descripciones humorísticas y melancólicas de las etapas de la vida. Por ejemplo, sobre los veinte dice: “Mi sangre que hierve mata todas las enfermedades”. Sobre los sesenta en adelante dice: “Tengo sesenta años y he llegado al fin de mi vida. Lo único que puedo hacer es rogarle al dios de la longevidad que me dé años adicionales. Tengo setenta años y mi cuerpo viejo vaga por el mundo sin deseo alguno. Tengo ochenta años. Ya no puedo esperar que los nietos me traigan prosperidad. Mejor será que plante un pino y construya un cenador”. Al llegar a los cien, la canción termina pidiendo un balde de agua fría para refrescarse. 

“Gwanhamsegi” - Oh Bok Nyeo


En estos días es rarísimo morder piedras o arena cuando comemos arroz, pero en el pasado era muy frecuente que se mezclaran impurezas como cascarillas o piedrecillas cuando cocinaban el arroz, pues el desgranado solía hacerse en casa. Existe una canción que empieza hablando de las piedrecillas que uno encuentra en el arroz para luego ir nombrando una a una las rocas más famosas del país. Al llegar al final, dice que al abrir la olla para hervir el arroz pegado en el fondo del recipiente, salieron arrastrándose los dos leones míticos de granito o haetae que protegen la entrada del palacio Gwanghwamun. Se trata de una canción muy cómica que, partiendo de un hecho muy cotidiano, pasa revista a las rocas más grandes e importantes de la península. 

“Bawi Taryeong” - Park Sang OK

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