ⓒ YEOWON MEDIA HANKOOK GARDNER CO. LTD

Hace muchos pero muchos años, vivía en una pequeña aldea de montaña una familia compuesta por la madre y siete hijos. 

El padre hijos falleció al poco tiempo de nacer el menor, por lo que la madre pasó grandes penurias para alimentar y criar a los siete hermanos. 

Con el tiempo, se hicieron lo suficientemente hombres como para ocuparse de todas las tareas de la casa.

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Una noche fría de invierno el mayor de los hermanos se despertó al oír que se abría la puerta de la habitación de su madre. Un rato después, oyó sus pasos cruzando el patio y luego el chirrido del portal de la casa al abrirse. 

El mayor se quedó despierto esperando a su madre, pero ella no volvió hasta la madrugada. Además, observó que los zapatos, las medias y los bordes de su falda estaban mojados.  

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Al día siguiente, la madre volvió a salir sigilosamente de la casa cuando se hizo de noche y el mayor decidió seguirla.

Con pasos seguros y rápidos, su madre se dirigía hacia el pueblo. Titubeó un poco frente al arroyuelo que había antes de llegar a la aldea, pero enseguida cruzó la corriente con paso decidido. 

Pronto se detuvo ante una de las casas del pueblo. Era donde vivía Kim, el viejo alfarero.

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Al día siguiente, el mayor reunió a sus hermanos y les contó lo que visto la noche anterior.

-¿Es cierto eso? –preguntó el menor, con cara de perplejidad.

-Sí, a mí también me sorprendió, pero nunca escuché a mamá reír tan feliz como anoche. ¿Qué tal si hacemos un puente de piedras para que no tenga que mojarse los pies cuando cruza el arroyo?

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Esa noche, cuando la madre llegó al arroyuelo, se sorprendió muchísimo.

“¡Qué bien! ¿Pero quién habrá hecho este puente?”, se preguntó para sus adentros.

A partir de entonces la madre no volvió a mojarse los pies. Aunque no lo decía, sabía que sus hijos habían hecho el puente y se sentía feliz y agradecida. 

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Pasaron los años y la madre falleció. Pasaron muchos años más y los siete hermanos murieron uno tras otro. 

El emperador celestial de jade cumplió el deseo de los siete hermanos y los convirtió en estrellas para que alumbraran el camino durante la noche. 

Si miras el cielo boreal de noche, verás siete estrellas con forma de cazo o cucharón. Es la constelación de la Osa Mayor que guía a los viajeros para que no se pierdan en la oscuridad.