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Cultura

La sabiduría de los dokkaebi

2021-12-28

ⓒ Getty Images Bank

Hace muchos pero muchos años, vivía en un pueblo una familia compuesta por el padre, la madre y los dos hijos. El menor era egoísta e ingrato, pero el mayor era generoso y considerado.

Para desgracia de los pequeños, los padres fallecieron pronto.

Con el tiempo, los hermanos se hicieron grandes, pero el menor no cambió su forma de ser.


ⓒ Getty Images Bank

La cosecha de ese año fue malísima y escaseó la comida, por lo que los hermanos tuvieron que salir a mendigar arroz fuera del pueblo.

Ese día cruzaron una cuesta y se encontraron con que el camino se dividía en dos. Una bifurcación iba para la aldea de techos de tejas y la otra para la aldea de techos de paja.

-Yo iré hacia la aldea de techos de tejas. Tú vete por el otro camino.

-Está bien, hermanito. Nos vemos más tarde en casa.


Había una fiesta en la aldea de techos de paja. 

El mayor no solo comió hasta hartarse, sino que llevó a la casa una bolsa llena de comida que sobró en el banquete. 

Mientras tanto, el menor no consiguió nada en la aldea de techos de tejas.


Unos días después salieron de nuevo a buscar comida. Al llegar de nuevo a la bifurcación, el menor se adelantó y dijo que él iría a la aldea de techos de paja. Sin embargo, esta vez tampoco consiguió nada de comer, mientras que el mayor comió hasta hartarse en la otra aldea y trajo a la casa una bolsa llena de comida.

En un rapto de enojo y envidia, el menor le tiró una rama a la cara de su hermano, con tan mala suerte que le dio en un ojo y lo dejó ciego.


ⓒ Getty Images Bank

Al perder la vista, el mayor se fue de la casa.

Caminó durante horas hasta una casa abandonada que había en medio de un bosque de bambúes, donde se detuvo para pasar la noche.

Estaba por quedarse dormido cuando escuchó voces en el patio. ¡Eran duendes dokkaebi! Para no ser descubierto, se escondió en el desván y escuchó su conversación.

Al día siguiente, una vez que se marcharon los duendes, salió del desván.

-Así que recuperaré la vista si me lavo el ojo enfermo con el agua de manantial que fluye hacia el lado norte del monte. Y para curar a la hija del funcionario Kim que está enferma, hay que cazar y freír en aceite al ciempiés que le echó mal de ojo y vive en el tejado. Y por último, es por culpa de un lingote de oro que obstruye el camino del agua que el árbol que está a la entrada del pueblo se está secando. 


Gracias a lo que les oyó decir a los dokkaebi, el mayor se casó con la hija del funcionario Kim y también se hizo rico. 

Con el tiempo, el mayor perdonó al menor y decidió volver al pueblo natal para ver cómo estaba. Lo encontró flaco como un palo y muy débil por no poder comer.  

El mayor lo cuidó y alimentó con esmero hasta que recuperó la salud. Eso conmovió al menor, que se arrepintió sinceramente y le pidió perdón por su mal comportamiento. 

Así fue como los hermanos se reconciliaron y vivieron felices el resto de sus días.

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