Al término de la guerra de Corea reinaba una situación de gran confusión social y cultural. Se produjo un choque entre la cultura tradicional y la influencia cada vez más fuerte de la cultura moderna, representada principalmente por el estilo de vida de los EE.UU. Eso impulsó el deseo de disfrutar de la libertad y la individualidad en los jóvenes, y surgieron valores y formas del ver el mundo, muy distintas de las que habían prevalecido en el pasado. No habían transcurrido siquiera seis meses del fin de la guerra, cuando la sociedad coreana fue sacudida por la aparición de una novela por entregas llamada “Señora libertad”, que se publicó en un periódico a partir de enero de 1954. La novela trataba sobre la búsqueda del amor protagonizada por la esposa de un profesor universitario. El problema era que la protagonista era una mujer casada, y la historia involucraba comportamientos imposibles de aceptar en una mujer con ese estado civil. La película generó una gran controversia y en 1956 se estrenó la versión cinematográfica de “Señora libertad”, que fue un éxito de taquilla sin precedentes. El suceso refleja muy bien el fuerte choque de valores tradicionales y modernos que se produjo en la época. La sociedad de posguerra aceptó de buena gana la cultura norteamericana. Para la población, que se debatía en la pobreza y el hambre, EE.UU. era el país próspero y generoso que había salvado a Corea del Sur de las garras del comunismo. En todas partes comenzaron a aparecer tiendas y productos con nombres en inglés y la tendencia se reflejó de inmediato en la cultura popular. Las canciones mostraron ritmos y letras nuevas y exóticas, y la gente comenzó a disfrutar y bailar al ritmo de tango, mambo y blues llegados de EE.UU. En 1957 hubo un feliz suceso en la industria del cine. “El día de la boda”, una película cómica sobre el alcalde de una aldea que casa a su hija, obtuvo el premio especial de comedia en el Festival de Cine de Asia-Pacífico. La película marcó un hito en la historia de la cinematografía coreana, al lograr que el humor y la sátira con el sello de Corea recibieran un reconocimiento internacional. En ese mismo año de 1957, se llevó a cabo el primer concurso de Miss Korea del país. La elección se realizó en un teatro de Myeongdong y el público se agolpó en la entrada para entrar y ver a las mujeres vestidas en traje de baño. En una época en que las mujeres no tenían muchas vías para destacar o hacer carrera, el concurso de belleza abría muchísimas puertas, ya que las ganadoras podían participar luego en todo tipo de eventos y actividades sociales. Por otro lado, la tercera edición de los Juegos Asiáticos que se celebró en Tokio en 1958, el maratonista coreano Lee Chang Hoon ganó la medalla de oro, adelantando en 48 segundos el récord nacional, y alivió en alguna medida el orgullo del pueblo coreano, herido por la dominación colonial japonesa.
