En un país sin recursos naturales el único recurso que podía desarrollarse era el humano. Tras observar que la dominación japonesa y la Guerra de Corea habían sido producto de la ignorancia, la sociedad coreana decidió prepararse para el futuro desplegando un celo sin precedentes en la educación. En 1948, tras el establecerse la República de Corea, se produjo una reforma total de la educación. Impulsado por el consenso social de que un buen sistema educativo es la base del crecimiento del país, el gobierno implementó una nueva legislación sobre la materia en 1949. Según los datos del censo -realizado en 1945 tras la liberación de Corea- el índice de analfabetismo entre la población de más de 12 años era del 77,8%. En otras palabras, 8 de cada 10 coreanos adultos no sabía ni leer ni escribir. Los coreanos, que habían sido obligados por los japoneses a aprender japonés en las escuelas, deseaban que sus hijos fueran educados en el idioma y la escritura coreana. Así, pues, la nueva Ley determinó que la educación primaria sería obligatoria, además de reformar el sistema escolar. En el pasado se ingresaba a la universidad después de 8 años de escuela primaria y 5 años de secundaria, pero con el nuevo sistema la escuela primaria pasó a durar 6 años, la secundaria 3, y se creó el bachillerato o escuela preparatoria de 3 años de duración. Sin embargo, antes de que arraigara el nuevo sistema educativo, inesperadamente estalló la Guerra de Corea. Sin embargo, la guerra no enfrió el celo educativo. Se crearon escuelas provisionales, para continuar con la educación de los niños desplazados por la guerra en plazas y patios de las escuelas destruidas. Los japoneses habían implementado un sistema educativo restrictivo para los coreanos que hizo prevalecer el analfabetismo en la sociedad. Preocupados por esta situación, los intelectuales trabajaron arduamente para erradicar la ignoracia abriendo escuelas nocturnas en todo el país y enseñando a los adultos. El gobierno de Corea establecido en 1948 heredó este espíritu y desplegó una amplia campaña contra el analfabetismo, que continuó en la década siguiente. Los resultados fueron sorprendentes. En 1953 el índice de analfabetismo había descendido al 35,1% y en 1960 había caído al 28%. Esta inversión en educación en los difíciles tiempos de posguerra fue lo que abonó el terreno para el desarrollo económico, pero la economía nacional no mejoró nada durante los 50. La renta per cápita no llegaba ni a los 100 dólares ni siquiera a fines de la década. Y como la educación es una inversión a largo plazo, hacer grandes esfuerzos en el sector podía ser arriesgado a corto plazo. Aún así, Corea siguió invirtiendo tiempo, esfuerzo y dinero en educación durante la década de los 50 y eso hizo que el país comenzara a crecer económicamente a partir de la década siguiente.