Entre 1955 y 1963 nacieron unos 7.120.000 niños. Es la generación conocida como del “baby boom”. A estos nacimientos se sumaron los norcoreanos que se desplazaron al sur por la guerra, y aquellos que volvieron al país al finalizar el conflicto. Como resultado, desde 1955 la población de Corea creció anualmente un 3%. La tasa de fertilidad general entre 1955 y 1963 era de 6,1, lo que significa que cada mujer tenía un promedio de seis hijos. La razón fue que la tasa de natalidad se disparó después de la guerra, como es frecuente tras un conflicto bélico. Por otra parte, Corea fue tradicionalmente un país que siempre favoreció la natalidad. Según el pensamiento confucianista, los seres humanos se consuman como tales y cumplen los deberes filiales hacia sus padres y antepasados teniendo hijos, y por esta razón tener una descendencia numerosa siempre fue considerado como una bendición. El año en que se alcanzó el récord de nacimientos fue en 1958, cuando vinieron al mundo 880.000 niños, por esta razón el año del perro de 1958 se convirtió en el símbolo del baby-boom. Pero la explosión demográfica de esos años planteó varios problemas. Para empezar, cuando estos niños alcanzaron la edad escolar, faltaban escuelas y aulas, por lo que el gobierno tuvo que hacer cuantiosas inversiones en educación. Debido a la situación de escasez generalizada al finalizar la Guerra de Corea, cundió la idea de que era necesario controlar la población si se deseaba progresar económicamente. Por esta razón, en 1962 el gobierno adoptó la planificación familiar como política nacional. El gobierno pensó que si se reducía la población, crecería el PIB y mejoraría el nivel de vida en general; y por ello creó la Asociación de Planificación Familiar y envió especialistas en la materia a las comunidades rurales, para informar a la población sobre los diversos métodos de control de la natalidad. En todas partes se podían ver pósters con leyendas como: “Tener muchos hijos es encadenarse a la pobreza” o “En lugar de tener muchos hijos y sufrir todos, tengamos pocos y démosles una buena vida”. Gracias a estas activas campañas de planificación familiar, la tasa de fecundidad general -que era de 6 niños por mujer en 1960- disminuyó a 4,3 en 1970. Representando casi el 14,5% de la población total de Corea, la generación del baby-boom tuvo un papel esencial en la industrialización del país. Si la generación de la liberación de Corea estableció los cimientos del crecimiento económico, la generación del baby-boom fue la que proporcionó la mano de obra que trabajó en las fábricas, y así catapultó la economía de exportación hasta fines de la década de los 70. Después, a partir de la década de los 80, cuando mejoraron ostensiblemente los ingresos y el nivel de vida de la gente, la generación del baby-boom fue la que impulsó el consumo interno comprando casas, automóviles y otros productos. En otras palabras, la activa participación de esta generación en la producción y el consumo nacional, fue lo que impulsó el desarrollo económico de Corea.
