El 7 de julio de 1970 fue inaugurada la autopista Gyeongbu, que une Seúl con la ciudad de Busan. Abriendo túneles en las montañas y construyendo puentes sobre los ríos, se completó la primera autopista del país después de 2 años y 5 meses de obras. Hasta mediados de la década de los 60, el estado de las carreteras del país era deficiente, a raíz de la Guerra de Corea. Según un informe elaborado por el Ministerio de Construcción en 1966, la longitud de caminos pavimentados por habitante en el país era de 1,1 metros, muy lejos de de los 31,5 metros de los EE. UU. y los 10,2 metros de Japón. Además, las calles asfaltadas representaban solo el 5,1% del total. En estas circunstancias, la necesidad de una autopista era urgente. En la primera fase del plan quinquenal de desarrollo económico, que empezó en 1962, la economía creció más de un 8% anual. El volumen de carga que soportaba la línea del ferrocarril que unía Seúl y Busan creció un 40%, así que el servicio de trenes se aumentó en un 80%. Pero pese a todo el transporte de carga representaba un grave problema, hasta tal punto que el desarrollo futuro del país dependía de su solución. El gobierno decidió construir la autopista Gyeongbu a principios de 1967. Sin embargo, sus obras estuvieron plagadas de obstáculos desde la planificación. El Banco Internacional para la Reconstrucción y el Desarrollo, que estudió la viabilidad del proyecto, se manifestó en contra de la construcción de la autopista. Por su parte, los políticos y los medios de comunicación locales también se opusieron tenazmente. Sin embargo, el gobierno siguió adelante con el proyecto y en febrero de 1968 comenzó a construir el segmento Seúl-Suwon. La primera gran arteria del país se dividiría en siete secciones y en las obras participarían 16 constructoras nacionales. Ante este ingente proyecto, se echó mano incluso de los soldados, que trabajaron como supervisores y obreros. En total, se movilizaron unos 9 millones de personas entre civiles y militares. Corea no contaba ni con la tecnología ni con el equipo adecuado para llevar a cabo esta tarea, y esas carencias fueron suplidas con esfuerzo humano. Los 428 kilómetros de extensión de la autopista se completaron en 2 años y 5 meses, plazo mucho más breve del habitualmente contemplado por países avanzados, como EE. UU. o Alemania. Las obras costaron casi 40 millones de dólares, es decir, unos 91.000 dólares por kilómetro, cifra que supone un muy bajo coste, teniendo en cuenta tan breve plazo de construcción. Pero sobre todo, la autopista Gyeongbu trajo grandes cambios en el día a día de los ciudadanos. Al unir las dos ciudades más importantes, se podía viajar de un extremo a otro del país en solo un día. Los productos pesqueros de Busan comenzaron a llegar a Seúl en cuestión de horas, y en general se aceleró notablemente la distribución de productos frescos, beneficiando a agricultores y a consumidores. Asimismo creció el volumen de vehículos y se impulsó la era del coche propio. Además, se aprendió a usar de un modo más eficiente el territorio. Se establecieron complejos industriales a lo largo de la autopista y eso aceleró aún más la industrialización. Pero principalmente, se produjo un cambio de mentalidad al cundir la idea de que “si se quiere, se puede”. Precisamente esta autoconfianza fue lo que permitió a Corea dar un salto económico sin precedentes, para convertirse en una de las diez principales economías del mundo.