En el presente capítulo, vamos a apartar un poco de la vida de los reyes de Goryeo, y nos vamos a centrar en conocer más a fondo cómo era el día a día de los habitantes del aquel entonces. En concreto, vamos a descubrir cómo era su vestimenta. Las telas más utilizadas por la gente de Goryeo eran la seda, el ramio y el lienzo. La seda era una fibra muy costosa, por lo que solo tenía acceso a ella la clase alta. El resto solía usar vestimentas hechas con esta tela en ocasiones muy especiales, como las bodas. El ramio, aunque se empleaba como textil, era demasiado fino para hacer ropas y por eso no era muy utilizado. En cuanto al lienzo, era el más popular por su resistencia y su precio, ya que la materia prima para fabricarlo era fácil de conseguir. Al ser una tela fina era perfecta para los días de calor, pero cuando llegaba el invierno, los habitantes comunes y corrientes sufrían mucho y tenían que llevar varias capas de ropa para superar las bajas temperaturas. Obviamente, la familia real y la clase adinerada tenían prendas de cuero o de seda que les ayudaban a pasar el invierno sin grandes pesares, pero para el resto el invierno era la temporada más temida. No obstante, la situación cambió totalmente desde que una persona llamada Moon Ik Jeom trajo semillas de algodón desde la Dinastía Yuan, un país creado por los mongoles en el actual territorio chino.

Hay registros que indican que el cultivo de algodón en la península coreana data de antes de que Moon Ik Jeom lo importara desde el país vecino, pero por lo visto no se producía en cantidades masivas, y la calidad del tejido no era muy buena, razón por la que no era muy utilizado. Se preguntarán… ¿Quién es Moon Ik Jeom? Nació en 1329, en la actual provincia de Gyeongsang del Sur. Aprobó la oposición para cargos públicos a los 30 años y luego fue elegido como miembro de la delegación diplomática de Goryeo, dándole muchas oportunidades de viajar a Yuan. El rey de Goryeo en aquel entonces era Gongmin, quien sentía mucho odio por el país vecino, dado que quería intervenir en todos los asuntos gubernamentales y apoderarse de la península coreana. Pero al ser un país que estaba muy cerca, no podía ignorarlo por completo.

Un día, como tantas otras veces, una delegación diplomática de Goryeo, de la que formaba parte Moon Ik Jeom, viajó a Yuan. Durante su estancia en el país vecino se desató una guerra entre Goryeo y Yuan, pero él supo defenderse muy bien. No se sabe bien qué paso después, pero al regresar de Yuan, Moon Ik Jeom se alejó de los asuntos del Gobierno, regresó a su pueblo natal y decidió dedicarse al cultivo. Quería dedicarse a sembrar algodón con las semillas que había traído de su viaje por Yuan. Sabía que las telas que podría conseguir de esas semillas podían abrigar a los ciudadanos de Goryeo y ayudarles a combatir el crudo invierno. Tomó diez simientes y empezó a cultivarlas con mucho cuidado junto a su suegro. El primer año la cosecha no fue muy bien, sobre todo porque el algodón crecía en zonas de clima cálido y además, él no poseía conocimientos sobre métodos agrícolas.

Pero al año siguiente, con la ayuda de un monje que venía de Yuan y tenía muchos conocimientos sobre cultivo de algodón, por lo que tuvo más éxito. Pasados unos tres años, produjo tal cantidad de algodón que ya podía repartirlo con los vecinos; lo que era toda una innovación para aquel entonces, porque el proceso de la producción del tejido era incluso más simple que el del lienzo y les ayudaría a pasar un invierno menos frío. Hasta podríamos decir que el algodón elevó su esperanza de vida, porque resistir al frío era cuestión de vida o muerte para la gente de aquellos tiempos remotos.
Posteriormente, la técnica de cultivo de algodón fue dándose a conocer por todo Goryeo y se transmitió a Joseon -dinastía posterior a Goryeo- que logró mucho dinero exportando este método a Japón, al tiempo de ofrecer a los ciudadanos una mejor calidad de vida.