“Entré al cuatro para saludarle. Él también me saludó. Era una persona muy cortés. Era más alto que las personas de la época, tenía bigote y barba, y una mirada muy penetrante”. Así describió el célebre historiador de la dinastía Joseon, Ahn Jung Bok, su primer encuentro con Yi Ik, su mentor, maestro y consejero, en un día de 1746. Apenas se vieron, Ahn Jung Bok dijo a Yi Ik lo siguiente: ‘Tengo casi 40 años pero aún no sé lo que debo estudiar. He escuchado que usted tiene profundos conocimientos. Llevo queriendo visitarle desde hace 10 años pero recién ahora tengo el privilegio de hacerlo.’
Tras los saludos, los dos eruditos conversaron de todo. Mejor dicho, Ahn Jung Bok hacía preguntas y Yi Ik las respondía. El tiempo pasó volando y llegó la hora de la cena. Yi Ik propuso al invitado quedarse a cenar, aunque no tenía mucho que servile. En la mesa había solo un plato de sopa y otro de arroz. Pese a que era un académico célebre, su situación económica no era muy buena. Sin embargo, eso no le hacía perder el respeto y el reconocimiento de miles de estudiosos, que deseaban con ser sus discípulos. ¿Qué tendría de especial este sabio pero pobre hombre?

Yi Ik nació en 1681 como último hijo de Yi Ha Jin. Toda su familia paterna, desde su bisabuelo hasta su padre, ocupó importantes cargos en el Gobierno, pero durante el reinado de Sukjong, hubo una fuerte disputa por el poder entre dos bandos. Al perder la familia que Yi Ik apoyaba, su padre fue enviado lejos de la ciudad. Entonces nació Yi Ik. Su padre murió al poco tiempo y su madre regresó a su pueblo natal Ansan, una ciudad cerca del actual Seúl, donde Yi Ik vivió toda la vida. Los registros históricos cuentan que Yi Ik tuvo muchos problemas de salud y su débil condición física no le permitía estudiar. A los 10 años empezó a leer y su maestro fue su hermano mayor, que le llevaba como 20 años, y era hijo de la primera esposa de su padre. Su hermano mayor, Lee Jam era una persona muy inteligente -que aprobó la oposición a cargo público a los 16 años- pero al pertenecer su familia al bando político que fue derrumbado por las nuevas fuerzas, nunca le llegó la oportunidad de desempeñarse como funcionario.

Después de ver lo que habían vivido su hermano y su padre, Yi Ik decidió no adentrarse en política y pasó toda la vida estudiando solo y en casa. Pero eso le ayudó a tener interés no solo por la política o la economía, como solían tener muchos funcionarios, sino que tuvo acceso a diferentes ramas de la ciencia, como historia, geografía, cultura tradicional, medicina, astronomía, meteorología e incluso, psicología. En realidad, lo que hizo famoso a Yi Ik, y por lo que destacó entre otros intelectuales, no fue solo el hecho de poseer muchos conocimientos, sino su mente abierta, que le llevó a comprender la importancia de la ciencia práctica, que sirviera para resolver los problemas cotidianos. Es que en aquellos tiempos casi todos los estudiosos estaban centrados en el confucianismo, pues creían que lo más importante eran los modales y la ética. Pero Yi Ik pensaba lo contrario. Más que exigir al pueblo una buena conducta, pensaba que era crucial enseñarles nuevas técnicas de agricultura, adoptar nuevas políticas para una armoniosa convivencia entre todas las clases sociales, y ofrecerles un trato equitativo. También apoyaba la necesidad de prestar mayor atención a la cultura, a la geografía y a la historia coreana; y no creer que todo lo que venía de China era mejor o superior.

Sin embargo, durante su vida no pudo ver personalmente cómo sus propuestas se materializaban, pues al no ocupar un importante cargo en el Gobierno, no podía implementar sus ideas para lograr un mejor país. Pero por fortuna, Yi Ik tuvo muchos discípulos que coincidían con sus ideales y uno de ellos es Ahn Jung Bok, uno de los académicos más sabios de Joseon, quien siguiendo las palabras de su maestro, escribió uno de los libros de historia mejor relatados de aquellos tiempos.