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Ha transcurrido un año desde que Japón limitara la exportación de bienes estratégicos a Corea del Sur, medida considerada como una represalia del país vecino ante los dictámenes de la Justicia surcoreana contra empresas niponas que movilizaron forzosamente y explotaron obreros en sus centros industriales durante la Segunda Guerra Mundial.

En un principio, muchos pensaron que esas restricciones perjudicarían en gran medida a la economía surcoreana, sobre todo al sector de semiconductores y de pantallas, al depender las empresas de importaciones procedentes de Japón para abastecerse de materiales clave. Sin embargo, a estas alturas se observa que una situación que parecía una contrariedad ha resultado ser una oportunidad para Corea del Sur, pues a partir de entonces el sector nacional de materiales, repuestos y equipos industriales adoptó medidas para mejorar la competitividad y reducir la dependencia del exterior.

Cabe recordar que cuando Tokio procedió a implementar restricciones a la exportación de bienes estratégicos contra Corea del Sur, en concreto de tres materiales esenciales para la fabricación de chips semiconductores, más del 90% de poliimida fluorada y de resina fotosensible usada por firmas nacionales procedía de Japón, mientras que el 45% de fluoruro de hidrógeno provenía de ese país. De ahí que muchos, incluido el Gobierno de Japón, pensaban que esas restricciones impactarían gravemente en la economía surcoreana. De hecho, en un inicio aumentaron las dificultades y la preocupación, en particular, de la industria de semiconductores, una de las que más contribuye a las exportaciones del país. Sin embargo, los daños fueron mucho menores de lo esperado, primero porque Tokio, aún llevando un control especial sobre las exportaciones a Corea de los mencionados bienes, en la práctica no procedió a impedir su venta en la mayoría de los casos, y segundo, una razón más potente, porque las empresas surcoreanas “despertaron” y se esforzaron bien por diversificar las importaciones de los materiales que antes compraban a Japón, o bien por nacionalizar su producción.

Así, los datos de la Asociación Coreana de Comercio Internacional ilustran que durante el último año la dependencia de Japón para suplir la demanda de fluoruro de hidrógeno y de resina fotosensible disminuyó -respectivamente- en unos 6 y 33 puntos portentuales, mientras que aumentaron las importaciones de esos materiales de terceras naciones, como Bélgica y Taiwán.

Asimismo, una encuesta realizada por la Federación de Industrias Coreanas, el mayor colectivo empresarial del país, refleja una notable mejora de la competitividad del sector nacional de materiales y equipos industriales durante el último año, al concretar que los fabricantes de semiconductores y pantallas evalúan en 91,6 puntos el potencial de dicho sector sobre una base de 100, que sería el nivel de competitividad de Japón.