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La OCDE hizo público el primer acuerdo internacional sobre el uso de la inteligencia artificial, el cual establece unos principios para desarrollar dicha tecnología en base a valores como la libertad, la igualdad y la justicia social, que fueron adoptados por los 36 estados-miembro de esa organización y otros seis países asociados. Se trata del primer conjunto de directrices de política intergubernamental que emerge para que la inteligencia artificial sea desarrollada respetando las leyes, los derechos humanos, los valores de la democracia y la diversidad, y también con los mecanismos de seguridad requeridos para una aplicación en pro de una sociedad más justa.

Aquí lo destacable es que el debate sobre la adopción de esos principios fue liderado por Corea del Sur, que este año ocupa la vicepresidencia del Consejo Ministerial de la OCDE. En concreto, el viceministro surcoreano de Ciencia y Tecnologías de la Información y Comunicación, Min Won Ki, actuó como moderador en todo el proceso de debate encabezando el Grupo de Expertos sobre Inteligencia Artificial de la OCDE (AIGO), formado por unos 50 especialistas de los sectores público, académico, empresarial y civil.

Cabe aclarar que este primer acuerdo internacional sobre inteligencia artificial es un conjunto de directrices y recomendaciones que carece de poder vinculante. Aún así, su adopción contiene un especial significado en el sentido de que nunca antes se ha impulsado el establecimiento de unos principios consensuados respecto a cómo desarrollar y aplicar dicha tecnología, y este primer acuerdo será un importante referente para el futuro en cuanto al uso de la inteligencia artificial y la robótica. Pues como bien comentó el secretario general de la OCDE, Ángel Gurría, al hacer públicos esos principios, la inteligencia artificial está revolucionando la forma de vivir y trabajar de los seres humanos y ofreciendo beneficios extraordinarios a las sociedades y economías del mundo. Sin embargo, también plantea nuevos desafíos, al tiempo que alimenta ansiedades y preocupaciones económicas, de ahí la responsabilidad de los gobiernos de garantizar que los sistemas de inteligencia artificial sean diseñados de manera que se respeten los valores y las leyes establecidas y las personas puedan confiar en que su seguridad y privacidad serán primordiales. En este contexto, los principios de la OCDE serán definitivamente un punto de referencia mundial para una inteligencia artificial fiable y para que la humanidad pueda aprovechar las oportunidades obteniendo los mejores resultados para todos.