TWICE regresa con su 13º mini álbum
2024-02-23
Esta semana entró en vigor la enmienda a la Ley de Tránsito Vial, referida por la prensa como la “segunda ley Yoon Chang Ho” al ser una normativa complementaria a la revisada Ley para endurecer las penas contra delitos específicos. Dicha ley entró en vigor en diciembre de 2018, como medida para prevenir casos como el de Yoon Chang Ho, un joven de 22 años que murió tras ser atropellado por un coche conducido por un hombre en estado de ebriedad. Esta primera ley endureció las sanciones contra conductores ebrios hasta un nivel comparable al delito de homicidio. En tanto, la reforma a la Ley de Tránsito Vial, o “segunda ley Yoon Chang Ho”, busca
Bajo la nueva normativa, las personas que manejen después de ingerir alcohol serán sancionadas con suspensión de la licencia de conducción, si presentan una concentración de alcohol en la sangre de más de 0,03%; y si el nivel es superior a 0,08%, el permiso será cancelado. Antes de la reforma los mínimos para la aplicación de tales sanciones eran 0,05% y 0,1%, respectivamente.
En realidad, los conductores ebrios son un problema de la sociedad surcoreana desde hace mucho, íntimamente ligado con la excesiva tolerancia en la cultura coreana hacia el alcohol. Los datos son, de hecho, alarmantes. Ilustran que entre 2014 y 2017 murieron por culpa de conductores en estado de embriaguez al volante 2.095 personas, mientras que más de 153.000 resultaron lesionadas. Asimismo advierten de que el 45% de esos conductores reincide, y que el número de casos detectados de conducción en estado de ebriedad supera los 200.000 al año. En resumen, el grado de sensibilización de la población surcoreana sobre los riesgos de conducir ebrio y sobre que dicha acción se considera un delito grave, es ínfimo. O al menos así era hasta ahora.
Sobre el impacto del alcohol entre los conductores, según informan, la concentración de esa sustancia en sangre aumenta hasta 0,03% aún con una copa de soju, un tipo de aguardiente destilado coreano. Además, otro aspecto que muchos pasan por alto es lo que ocurre al día siguiente, mientras la resaca persiste, pues además de los consabidos efectos secundarios a nivel físico, resulta peligroso conducir tras haber bebido incluso un día después al requerir el cuerpo bastantes horas para metabolizar el alcohol. Es más, de ponerse al volante en ese estado, cuando aún es posible que el alcohol no haya sido procesado en el organismo, si volvieran a realizar un control de alcoholemia aún darían positivos. Este dato refleja que pese a haber dormido unas horas, si un conductor toma de nuevo el coche a la mañana puede que sus facultades sensoriales continúen lo suficientemente alteradas como para provocar un accidente. Dicho esto, la Policía Nacional baraja realizar controles de alcoholemia incluso por la mañana, para impedir que la gente conduzca después de una noche de copas de más, eso sí, está estudiando cómo hacerlo sin obstruir el tránsito vial en horas punta.
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