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Mientras todo indica que los líderes surcoreano y estadounidense mantendrán una cumbre en paralelo a la Asamblea General de la ONU, la pregunta que surge es cuánta relevancia tendrá esa reunión para estimular el diálogo entre Pyongyang y Washington.

Al respecto cabe saber que en un principio estaba prevista la asistencia del primer ministro surcoreano Lee Nak Yon a la Asamblea General de la ONU. Sin embargo, tras detectar señales sobre una posible reanudación de las negociaciones entre Corea del Norte y Estados Unidos, el presidente Moon Jae In estimó que sería mejor ir él mismo en persona a Nueva York y aprovechar la ocasión para hablar cara a cara con Trump. Por supuesto, esa decisión refleja los sutiles cambios que se perciben en las posturas de Pyongyang y Washington, en concreto después de que la viceministra de Exteriores norcoreana Choe Son Hui propusiera reanudar el diálogo nuclear a fines de septiembre y el Gobierno estadounidense reaccionara positivamente a esa sugerencia.

¿Y podrá el presidente surcoreano esta vez también cumplir el papel de mediador entre Corea del Norte y Estados Unidos?

Obviamente ese parece el objetivo de Moon al decidir ir a la Asamblea General de la ONU y reunirse en persona con el presidente estadounidense. No obstante, existen dudas persisten sobre cuánto podrá hacer en una situación como la actual, donde Corea del Norte y Estados Unidos siguen sin estrechar posturas sobre el procedimiento y posibles métodos de desnuclearización. En concreto, mientras Washington insiste en mantener las sanciones hasta ver resultados palpables o una estrategia integral clara sobre desarme nuclear,  Pyongyang se empeña en recibir algo a cambio de las acciones de desmantelamiento nuclear que considera ha ido adoptando, pues una y otra vez reclama suavizar o eliminar las sanciones en su contra, y sigue buscando compensaciones graduales, o para cada fase.

¿Entonces el panorama es el mismo? Es decir, ¿qué ha cambiado respecto a cuando se interrumpieron las negociaciones norcoreano-estadounidenses?

En realidad, las posturas de ambas partes son las mismas. Pero los expertos aseguran que la situación es distinta por el poco tiempo que resta para las elecciones presidenciales de Estados Unidos, y la impaciencia de Trump por hacer ver que su política exterior funciona, sobre todo de cara a mostrar logros diplomáticos con los que vanagloriarse a fin de salir reelegido. Además, según varios analistas, hechos recientes como la destitucion del asesor de Seguridad Nacional, John Bolton, corroboran la impaciencia del presidente estadounidense. Además, la salida de la Casa Blanca del “super halcón” Bolton, quien ejercía un importante rol en el equipo del Gobierno estadounidense para concretar una línea dura hacia Corea del Norte, deja entrever una posible flexibilización de estrategias y permitiría esa “nueva aproximación” de Washington a Corea del Norte, que hace tiempo viene reclamando Pyongyang.

También se comenta que la cumbre entre los líderes de Corea del Sur y Estados Unidos se da en un momento en que existe preocupación ante los hechos que provocaron o aún provocan una cierta discordia entre ambos países. ¿Cuáles son esos hechos?

Básicamente, la decisión de Seúl de suspender el Acuerdo General sobre Seguridad de Información Militar con Japon, medida ante la que Washington expresó fuertemente un descontento. No obstante, Presidencia asegura que esa medida no es tan grave como para perjudicar la alianza surcoreano-estadounidense, ante el bajo grado de cooperación e intercambio de secretos militares entre Seúl y Tokio en virtud de ese pacto. En tanto, otros temas susceptibles son el reparto de gastos de defensa combinada y la restitución anticipada de los terrenos que ocupan las bases estadounidenses en Corea del Sur.