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El Fondo Monetario Internacional advirtió el día 19 de la amenaza del COVID-19, la nueva cepa de coronavirus procedente de China, e instó a la sociedad global a intensificar la cooperación para superar este nuevo reto, que se estima tendrá un grave impacto en la economía mundial. En tanto, recomendó a Corea del Sur que mantenga una política fiscal expansiva para evitar un debilitamiento de su economía y poder alcanzar su potencial de crecimiento.

La perspectiva que presenta el FMI es que el crecimiento a medio plazo de la economía mundial registrará tasas por debajo del promedio histórico, siendo las principales causas la propagación del COVID-19 y las tensiones comerciales entre diversas naciones que podrían agudizarse de nuevo, además de señalar el retroceso del multilateralismo. Al aumentar la incertidumbre, el FMI aconseja mantener la inyección de gasto público para la reactivación económica, máxime en economías que aún teniendo suficiente capacidad monetaria y fiscal no logran su tasa de crecimiento potencial, como es el caso de Corea del Sur.

Aquí un punto inquietante es la ralentización del crecimiento económico del país, que perdura desde el año 2000, índice que bajó del 5% al 2,9% entre el lustro 2001-2005 y el periodo 2016-2019. Este descenso es el quinto más acelerado de la OCDE y el más rápido de entre los estados-miembro con renta per cápita superior a 30.000 dólares. Sin embargo, lo más preocupante a estas alturas es que todo juega en contra de Corea del Sur, pues se estima que será uno de los países más afectados por la crisis del coronavirus. Hasta la fecha el COVID-19 ya genera bastantes problemas que desestabilizan la cadena de abastecimiento global y complican la producción, derivando en una severa contracción del sector servicios. Para hacer frente a esos problemas llega la recomendación del FMI, en sintonía con las crecientes voces que piden un papel más activo al Gobierno, así como un mayor apoyo fiscal y político.