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Tras detectarse contagios masivos en unos clubes de Itaewon, una de las zonas más famosas de Seúl por su activa vida nocturna, durante el largo puente entre fines de abril y comienzos de mayo, Corea ha vuelto a registrar aumentos de dos dígitos de nuevos casos intradía y la preocupación aumenta ante una segunda ola de contagios.

El caso que hizo rebrotar el contagio masivo fue el paciente número 66 de Yongin, considerado la primera transmisión comunitaria en cuatro días en Corea del Sur y del que las autoridades sanitarias revelaron en base a estudios epidemiológicos, que durante una semana -entre el 40 de abril, es decir dos días antes de mostrar síntomas, hasta ser diagnosticado con nuevo coronavirus- ese individuo se desplazó por cuatro ciudades del área capitalina: Seúl, Yongin, Seongnam y Suwon. De ellas, el lugar señalado como epicentro de los nuevos casos de COVID-19 es el barrio seulita de Itaewon, donde esa persona visitó cinco clubes nocturnos en apenas una noche. Este hecho es ahora señalado como posible punto de partida del repunte de la epidemia, que ya ha empezado a dar lugar a transmisiones secundarias al reportar contagios entre familiares o compañeros de trabajo de los infectados en dichos clubes.

La situación es definitivamente alarmante, máxime porque las estimaciones de las autoridades sanitarias indican que durante el último puente, desde el 30 de abril hasta el 5 de mayo, más de 7.000 personas pudieron haber visitado los clubes de Itaewon en cuestión. Sin embargo, lo que más dificulta el trabajo de localizarles y verificar su estado es que entre ellos hay un elevado porcentaje de personas pertenecientes a minorías sexuales que temen el ‘outing’, es decir que su orientación sexual se haga pública por motivos circunstanciales o sin su consentimiento, además de otros que anotaron erróneamente sus números de contacto a la entrada o extranjeros que no hablan coreano. Así, vagamente se estima en unos 2.000 los individuos a los que las autoridades no están pudiendo ubicar, mientras aumenta el riesgo de un aumento silencioso de contagios comunitarios.

Ante este panorama, aplazaron nuevamente las clases presenciales de los colegios, en una primera instancia por una semana, ante las críticas de que fue un tanto precipitada la decisión de las autoridades de relajar las medidas de distanciamiento social y la auto-reflexión de los ciudadanos de haber bajado demasiado pronto la guardia cuando la pandemia no había terminado.

A estas alturas, lo más impotante es que los estudios epidemiológicos se realicen cuanto antes y de manera precisa para impedir una segunda ola pandémica del COVID-19. De ahí el reiterado llamado de las autoridades sanitarias a aquellos que evitan exponerse por temores personales a someterse pronto a las pruebas necesarias. Incluso han prometido garantizar el anonimato al realizar los estudios, al tiempo de no tomar acción restrictiva o sancionadora alguna, aunque se trate de extranjeros indocumentados.