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Corea del Sur presentó esta semana el prototipo del KF-21 Boramae, el primer avión de combate construido con tecnología nacional, como parte del proyecto gubernamental de desarrollo de cazas iniciado en 2001, que se vio interrumpió por una serie de problemas, como la negativa de Estados Unidos a realizar cierta transferencia tecnológica, y pudo reactivarse en 2015.

El nuevo avión mide 16,9 metros de largo, 11,2 metros de ancho y 4,7 metros de altura. Es más grande que el caza estadounidense F-16 y cuenta con una potencia de propulsión máxima de 44.000 libras, un peso máximo al despegue de 25.600 kilogramos y una capacidad de carga de hasta 7.700 kilogramos. Además, puede alcanzar una velocidad máxima de 1,8 Mach, unos 2.200 kilómetros por hora, y posee una autonomía de 2.900 kilómetros.

Puede ir equipado con misiles aire-aire METEOR de Europa o AIM-2000 de Alemania, y para mejorar su fuerza de combate está en desarrollo un nuevo sistema de misiles crucero de lanzamiento aéreo. 

Sin embargo, el punto más destacable del Boramae es el radar AESA o de barrido electrónico activo, también desarrollado con tecnología surcoreana, cuya velocidad de procesamiento de datos es mil veces superior que los radares mecánicos, de ahí permite tanto rastrear varios objetivos al mismo tiempo, como realizar ataques de precisión a objetivos terrestres y marítimos.

La fabricación del KF-21 es significativa, primero porque convierte a Corea del Sur en la octava nación del mundo capaz de desarrollar aviones de combate supersónicos de cuarta generación o posterior, y segundo porque ante el rechazo de Estados Unidos a transferir tecnologías, se esforzó por nacionalizar gran parte de los sistemas y repuestos necesarios, logrando perfeccionar tecnologías avanzadas de radares, rastreo por rayos infrarrojos y bloqueo de ondas electromagnéticas. Así, el país ha logrado presentar el primer prototipo de Boramae, que se estima podrá entrar en uso a partir del año 2028.