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El 21 de septiembre de 2020 un funcionario del Ministerio de Océanos y Pesca de Corea del Sur desapareció en aguas cercanas a la frontera intercoreana en el Mar del Oeste. Al día siguiente, se descubrió que el hombre había muerto en aguas norcoreanas, a unos 38 kilómetros del punto de desaparición, y que murió por unos disparos efectuados por soldados norcoreanos, que después incluso quemaron su cadáver.

Estos hechos de casi hace dos años son actualmente motivo de fuerte polémica en Corea, al revocar recientemente la Guardia Costera las conclusiones de entonces, cuando alegaron que el funcionario fue disparado por soldados norcoreanos al intentar cruzar la frontera para desertar a Corea del Norte.

De hecho el 16 de junio, un año y nueve meses después de lo ocurrido, la Guardia Costera confirmó que en investigaciones posteriores no detectó pista alguna de que intentara desertar a Corea del Norte. El jefe de la Guardia Costera emitió una disculpa el día 22 por generar confusión con los resultados del caso.

En realidad, ya en 2020 los familiares del difunto ya criticaron al Gobierno sugiriendo que las conclusiones fueron muy precipitadas, cuando afirmaron, quizá para evadir su responsabilidad que intentó desertar al Norte y fue disparado por los norcoreanos. Pero al acalorarse la controversia, las autoridades a cargo de la investigación presentaron pruebas adicionales que avalaban esa conclusión, como que el difunto se había quitado voluntariamente las sandalias y llevaba un chaleco salvavidas.

La pregunta es por qué tras ese alegato la Guardia Costera revocó el resultado de las indagaciones. La persona al mando que no pudieron hallar pruebas sobre la intención de deserción del fallecido porque el Ministerio de Defensa no les dejó acceder a los expedientes clasificados que solicitaron consultar en junio de 2021.

Así, el caso llama nuevamente la atención, máxime en un contexto como el actual, donde la rivalidad y la contienda política entre oficialismo y oposición tras el cambio de Gobierno aumenta cada día.