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Esta semana Corea del Sur y China conmemoraron el trigésimo aniversario del establecimiento de relaciones diplomáticas y celebraron el progreso que ha habido durante las pasdas décadas en términos de cooperación e intercambios bilaterales. Sobra decir que a lo largo de los últimos treinta años ambas naciones lograron profundizar sus lazos, pero también existieron y aún existen fricciones derivadas de situaciones tan complejas como la rivalidad sino-estadounidense y los subsiguientes cambios en la dinámica de poder a nivel regional y mundial, la creciente antipatía entre los pueblos surcoreano y chino, y la instalación del sistema antimisiles THAAD de Estados Unidos en Corea del Sur, contra la cual China tomó medidas de represalia que afectan al comercio, al turismo y a la industria del entretenimiento. 

Corea del Sur y China formalizaron relaciones el 24 de agosto de 1992. Poniendo fin de este modo al antagonismo que habían protagonizado durante cuatro décadas, desde la Guerra de Corea. Tal hecho ocurrió en una era de drásticos cambios de impacto planetario, posterior al colapso de la Unión Soviética, el derrumbe del Muro de Berlín y el fracaso del socialismo en la Europa Oriental. En tal contexto, Corea del Sur buscaba relacionarse más enérgicamente con estados socialistas o exsocialistas, mientras que China impulsaba audaces reformas y una fuerte política de apertura. Dicho esto, el establecimiento de lazos diplomáticos entre ambos países sucedió de la manera más natural.

Ya después de formalizar relaciones, Corea del Sur y China aumentaron vertiginosamente los intercambios, sobre todo en el ámbito económico, hasta prosperar juntas valiéndose de la estructura comercial complementaria que crearon, Corea exportando al gigante asiático bienes intermedios y China fabricando con ellos productos terminados para ofrecerlos al mundo entero. 

Un hito en esta historia fue el acuerdo al que llegaron en 1998 para elevar las relaciones bilaterales al nivel de socios estratégicos. 

Sin embargo, sigue habiendo retos. El más serio, surgido en años recientes, es el conflicto en torno al sistema antimisiles estadounidense THAAD cuya instalación en territorio surcoreano fue rechazada ferozmente por Beijing. Entonces las autoridades chinas alegaron que ese sistema permitía a Washington espiar su país, especialmente los movimientos de su Ejército, con mucha más facilidad y desde más cerca. Tomando por ende represalias contra Corea del Sur, que aceptó instalarlo dentro de sus fronteras, como la prohibición del turismo chino a Corea, boicot a productos surcoreanos y bloqueo de actividades promocionales de artistas de k-pop. Este conflicto no se ha acabado y el entorno de las relaciones Corea-China es cada vez más complicado, mientras el mundo se divide ante una nueva guerra fría por la rivalidad hegemónica entre Estados Unidos y China. Este panorama es claramente incómodo y estresante para Corea del Sur, que mantiene una larga alianza militar con Estados Unidos, pero que al mismo tiempo no puede prescindir de China en términos económico-comerciales.