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El pasado fin de semana, Itaewon fue escenario de un trágico incidente durante la celebración de Halloween. La tragedia ocurrió al aglutinarse una gran multitud en un callejón estrecho y en pendiente, uno de los tantos que caracterizan la singular fisonomía del barrio, provocando una avalancha mortal. Sin embargo, a medida que avanzan las investigaciones sobre las posibles causas, el análisis sugiere poco a poco que tan siniestro suceso podría haberse evitado, o al menos reducido el número de bajas, con una pronta respuesta inicial y de haber adoptado con antelación medidas de precaución más adecuadas. 

En este contexto llegó la disculpa del ministro del Interior, así como del comisario general de la Policía Nacional y del jefe en funciones de la Agencia Nacional de Bomberos. Todos lamentaron tan elevado número de muertos y heridos - en total más de 300- y se disculparon reconociendo su responsabilidad, sobre todo el jefe policial, Yoon Hee Keun, quien admitió como insuficiente la respuesta inicial a las primeras denuncias telefónicas y peticiones de ayuda recibidas al número de emergencias 112. 

La tragedia tuvo lugar el 29 de octubre cuando en Itaewon se concentró una afluencia masiva de ciudadanos – unas 100.000 personas según estimaciones de la Policía y hasta 130.000 según los registros del metro- con motivo de Halloween, una fiesta importada cuya celebración se ha venido consolidando en años recientes entre la juventud surcoreana como una forma de ocio cultural. Y ese barrio de Seúl, famoso por su activa vida nocturna y su talante internacional y cosmopolita, concentró a una gran multitud. Había gente de todas las edades, pero principalmente jóvenes, quienes al sentirse liberados de las mascarillas tras dos años de pandemia, acudieron a la zona para disfrutar de la fiesta a lo grande. Dicho esto, la opinión que actualmente se consolida es que dicha aglomeración ya se preveía y que las autoridades competentes pudieron adoptar de antemano medidas para prevenir posibles incidentes, máxime considerando las características físicas de la zona, pues en los angostos e inclinados callejones de Itaewon se producen problemas de acceso incluso en fines de semana ordinarios. 

También se ha revelado que la Policía actuó con cierta negligencia, al responder solo a cuatro de las once llamadas telefónicas que hubo esa noche, para reportar el posible riesgo de tan alta concentración de personas en la zona. Ante esas cuatro denuncias, varios agentes acudieron al lugar y dispersaron a la gente, pero el resto no recibió respuesta alguna, al valorar “con cierta apatía” que las acciones previas habían sido suficientes. 

En síntesis, podría decirse que la tragedia de Itaewon deja al descubierto el lado más vulnerable de Seúl como megalópolis densamente poblada, pues al convivir diariamente con altos niveles de densidad poblacional, factor que para los seulitas es cotidiano, la incluida la Policía y otros agentes del orden público subestimaron los riesgos potenciales.