El pasado 7 de enero, a pesar del frío que obligaba a la gente a apresurar sus pasos, muchas personas se reunieron en la galería de arte Arario, ubicada en Samcheong, en el distrito de Jongno de Seúl, para encontrarse con Lee Kang Wook tras su regreso a Corea después de siete años de estudios en Inglaterra. El artista de pintura abstacta Lee Kang Wook nació en 1976 y se graduó en Arte en 2001, en la Escuela de Posgrado de la Universidad Hongik. Ese mismo año ganó el primer premio en la Gran Exposición Nacional de Pintura, al año siguiente el primer premio en el festival de Arte Dong-A y en 2003 el premio de apoyo en la Exposición de Arte Songeun. Estos sucesivos e importantes premios llamaron la atención del mundo del arte nacional y le convirtieron en una incipiente estrella de la pintura abstracta coreana. Sus pinturas retratan minúsculas células que sólo pueden verse a través del microscopio, como partes invisibles del cuerpo humano. Son mundos microscópicos, pero fácilmente explicables, por lo que la gente sintió una inmediata familiaridad con su universo artístico. Así ese niño que dibujaba y pintaba desde que tenía uso de razón, entró años después en la carrera de Bellas Artes de la Universidad Hongik. En tercer año, cuando un profesor propuso como tema “¿Quién soy yo?”, Lee Kang Wook decidió para pintar las células del cuerpo para hablar de sí mismo. Al observar las células a través del microscopio, se puede ver que no paran de dividirse y que bullen de movimiento y actividad. Lee Kang Wook decidió trasladar al lienzo ese mundo celular. Dibujó incontables círculos entrelazados y también puntos que representaban núcleos.



Las células vistas bajo el microscopio parecían un calco de la galaxia y el universo. Su deslumbrante debut le trajo éxito y dinero. Todos sus cuadros se vendían de inmediato, apenas llegaban a las galerías de arte. Todavía fue más sorprendente cuando la gente empezó a comprar sus telas vacías, antes de ver la obra terminada. No compraban sus cuadros porque les gustaran, sino porque se había convertido en un objeto en el que valía la pena invertir. Lee Kang Wook comenzó a cansarse de las personas que pensaban que el arte era simplemente dinero y decidió dejar de pintar por un tiempo. Dos meses después, decidió irse a Inglaterra a proseguir sus estudios. Se inscribió en la University of East London, pero durante un año no fue a clase, sino que viajó y disfrutó de no hacer nada. Entonces volvió a sentir ganas de pintar como antes y decidió centrarse en su doctorado en Bellas Artes. Después de un tiempo de introspección donde intentó averiguar por qué pintaba realmente, Lee Kang Wook decidió volcar todo su empeño artístico en la tela. Así nació la serie “Gestos”, que protagoniza su última exposición. En este trabajo los colores han sido pintados, vaporizados, dibujados, limpiados, restregados y salpicados. No utiliza muchos colores sino uno solo para cada cuadro, pero muestra infinitos cambios de tonalidad. La idea central y común a las obras de Lee Kang Wook es que el macro mundo del espacio exterior y el microscópico mundo de las células de nuestro cuerpo están esencialmente conectados. El nombre de “espacio paradójico” de la exposición, ilustra la coexistencia de esos dos mundos, aparentemente incompatibles. Y aunque utilice un solo color, vistas de lejos, las telas -de tonalidades azules, rosas, violetas, verdes y marrones- transmiten luminosidad y calidez. Aunque no haya pintado flores, transmiten la sensación de estar mirando flores primaverales. Y en el interior de ese universo de flores parecen latir toda clase de seres vivos; algo que ilustra muy bien el cambio en la perspectiva del artista.