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Jang Seong Woo, maestro del papel “hanji”

2016-08-02

En su taller de Cheongpyeong, en Gapyeong-gun, provincia de Gyeonggi-do, el maestro fabricante de papel “hanji” Jang Seong Woo pega las hojas húmedas sobre una enorme plancha de hierro.



Cuando la temperatura sube hasta los 35 grados, queda empapado de sudor con esta tarea. Pero el sudor que recorre el rostro del maestro, a su vez representa el orgullo que siente por este arte. Y no es de extrañar, ya que la fabricación de papel “hanji” es un arte transmitido durante cuatro generaciones, desde su bisabuelo a su abuelo Jang Se Kwon, luego a su padre Jang Yong Hoon y finalmente a él. Es más, su padre fue designado como poseedor del Patrimonio Cultural Intangible Importante nº 117 de Corea por su maestría en el arte de fabricar papel “hanji”. Nuestro protagonista de hoy heredó este arte de su familia y ha bautizado a su taller con el nombre de Jangjibang(taller de hanji de la familia Jang). Desde pequeño, Jang Seong Woo vio a su padre fabricar hanji. Durante sus vacaciones escolares le ayudaba cuando podía; pero fue en 1990, al terminar el servicio militar, cuando comenzó a trabajar de verdad en el taller.

Y quizá fueron los genes, porque el joven Jang mostró desde el principio un gran talento para fabricar “hanji”. El papel coreano “hanji” se hace con corteza de morera, un árbol de fibras largas y resistentes. Sin embargo, las fibras de morera importada son cortas y débiles, por eso el “hanji” tradicional solo realiza con moreras autóctonas. Cuando termina la recolección de la corteza de morera a principios de otoño, estas se usan hasta febrero del año siguiente. La corteza se cuece al vapor durante seis o siete horas y luego se separa la parte fibrosa, que se deja remojar en agua. Mientras, se queman tallos de soja, alforfón y pimientos y las cenizas obtenidas se disuelven en agua.

En el agua de cenizas se hierve durante 8 o 9 horas la pulpa de la morera, hasta que queda sumamente suave. Pero aún falta separar las impurezas de la fibra, tarea que requiere de mucha paciencia, y que realiza la madre del artesano del “hanji”, aunque ya tiene 80 años. Una vez que la pulpa queda limpia de impurezas, y está blanca y reluciente, se machaca hasta que se deshace y se mezcla con agua limpia. Por último, se agrega una sustancia adhesiva -semejante al almidón- que se extrae de las raíces del Hibiscus Manihot, para unir las fibras cuando se secan. El papel se hace moviendo de un lado a otro una placa hecha de cañas de bambú en la solución, hasta lograr una capa uniforme de fibras.

El grosor común de un papel “hanji” es de 0,05 mm. Luego, cada hoja se seca en una plancha de hierro caliente, y finalmente se golpean las hojas con un mazo para incrementar su brillo, fuerza y elasticidad. En total, cada papel “hanji” precisa unos 20 pasos. Por otro lado, cabe resaltar que en el taller Jangjibang se usan moreras cultivadas orgánicamente, sin fertilizantes, pesticidas, ni ningún otro aditivo químico, para no preocuparse por la oxidación. De hecho, si se conservan textos budistas de la época de Silla Unificada y se han logrado transmitir sin el menor daño un sinfín de registros documentales de la época Joseon, es gracias a que están confeccionados con papel “hanji”, que ha permitido a estos registros conservarse intactos durante mil años. Recientemente, y en reconocimiento a la excelencia de este papel tradicional coreano, Italia invitó al maestro Jang Seong Woo a hacer una demostración de fabricación del “hanji”.

Según un instituto de investigación italiano, el papel “hanji” podría conservarse en buenas condiciones durante 8.000 años. Pero además de usarlo para restaurar diversas reliquias, pronto inaugurarán una escuela de “hanji” en Italia. Muchos antiguos documentos de Corea han podido pasar a integrar la Memoria del Mundo de la UNESCO gracias a que fueron escritos sobre papel “hanji”, ya que según afirman puede conservarse en perfecto estado durante mil años. Por ese motivo ahora tratan de incluir también el papel “hanji” y su método de fabricación como Patrimonio Cultural de la Humanidad.

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