Nos encontramos en el estreno de “L’Orfeo”, la recreación que la Compañía Nacional Changgeuk de Corea hizo de la ópera del mismo nombre y estrenó el 23 de septiembre en el Teatro Nacional de Corea. Se trata de la primera obra en la que se ha fusionado la ópera occidental y el género tradicional changgeuk. La danza, los elementos de rap, el vestuario y la puesta en escena son tan modernos en esta obra que el canto tradicional parece ocupar un lugar secundario. El objetivo de este espectáculo singular fue ampliar los límites del changgeuk, el género tradicional que combina teatro y canto, para que llegue a un público mayoritario.



La escenografía impactante, las luces que creaban un ambiente onírico y la espléndida música estimularon la atención y la imaginación del público. Otro elemento de gran atracción fue Yu Taepyungyang, el niño prodigio que a los seis años cantó completó el pansori “La canción de Heungbo” e interpretó ese día el papel protagónico. La hazaña de tres horas de canto continuado fue realizada en 1998 todavía no ha sido igualada ni rota por nadie de esa edad aunque ya han pasado casi 20 años. El niño prodigio de entonces, que ahora es un joven de 24 años, ha retornado al escenario con el talento de un cantor tradicional en su plena madurez. Empezó a aprender el pansori a los tres años por influencia de su padre.

Tres años después, cuando todavía no sabía leer ni escribir, el pequeño Yu Taepyungyang cantó las tres horas completas que duraba el pansori “La canción de Heungbo”. A partir de entonces, el nombre de Yu Taepyungyang estuvo siempre acompañado del epíteto de “niño prodigio”. Sin embargo, el pequeño disfrutaba de verdad actuando sobre el escenario, por lo que a los doce años volvió a llamar la atención de todos cantando completo el pansori “La canción del palacio submarino”. Sin embargo, un día se difundió la noticia de que partía a estudiar a Sudáfrica, por lo que corrieron todo tipo de rumores sobre él. Lo que ocurrió en realidad fue que el padre de Yu Taepyungyang hizo realidad su deseo aprender a tocar instrumentos de percusión de otros países.



Cuando el chico cumplió doce años, lo envió al mencionado país africano para que aprendiera a tocar el yembe. Allí no solo aprendió este instrumento, sino que tuvo la oportunidad de mostrar lo que era el pansori a sus compañeros y maestros. A través de esta experiencia, aprendió que el canto tradicional de su país podía ser disfrutado por todo el mundo. Siguiendo libremente su interés y su curiosidad, Yu Taepyungyang no solo aprendió a tocar instrumentos de percusión, sino que se unió a bandas de jazz y rock. De este modo, cuando le llegó el cambio de voz en la adolescencia, no se hundió en la confusión o la duda, sino que superó con naturalidad una etapa que podría haber sido muy difícil para él. Cuando cuatro años después Yu Taepyungyang volvió a Corea, había madurado y había enriquecido sus horizontes musicales, pues había aprendido que la música de otras culturas era tan valiosa como la música de su país y que las posibilidades de fusión entre ellas eran infinitas porque la música no tiene fronteras. También se habían enriquecido los matices de su canto. En 2010, cuando terminó el bachillerato, recibió el primer premio en el rubro estudiantil del género del pansori en el prestigioso concurso nacional de canto Jeonju Daesaseup Festival.

Dos años después ganó el primer premio de pansori en la Competición de Música Tradicional Dong-A. Y en 2014 cantó de forma completa el pansori “La canción de Sim Cheong”. Este año Yu Taepyungyang se graduó de la carrera de música coreana de la Universidad Chonbuk e ingresó en la Compañía Nacional de Changgeuk. Un brillante futuro se abre ante el joven Yu Taepyungyang, que se ha convertido en un músico que tiene las ideas muy claras sobre lo que quiere hacer. La meta que él persigue en primer lugar es la popularización la música tradicional. Para ello siempre está dispuesto a explorar otros géneros musicales y formas artísticas. A través de la recreación y la fusión con el musical, la ópera, el teatro y otras artes, desea vestir la música tradicional con ropajes diferentes para demostrar que las posibilidades de transformación son infinitas.