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Gente

Lee Sang Hyun, director del Instituto sobre Hanok

2017-02-14

Lee Sang Hyun, experto en casas tradicionales y director del Instituto sobre Hanok, ofrece una charla sobre Bukchon, el barrio de casas tradicionales. Ubicado entre los palacios Gyeongokgung y Changdeokgung, el barrio de Bukchon ha sido a lo largo de 600 años una de las zonas más renombradas de Seúl. Lee Sang Hyun ha estudiado las casas tradicionales o hanok durante más de diez años. Para comprender mejor su estructura incluso aprendió carpintería y ahora es uno de los especialistas de hanok más reputados del país.

Pero sus conocimientos no se limitan a la arquitectura, sino que incluyen en explicar cómo el hanok ha influido en la vida de los coreanos, desde la vida cotidiana, hasta la cultura y los valores. Los resultados de sus estudios sobre el valor cultural de las casas tradicionales han sido publicados en infinidad de títulos desde 2007, y su último título al respecto es “Hanok, reinventar el diseño”. Lee Sang Hyun trabajó como oficinista durante cinco años, hasta que entregó su carta de renuncia para perseguir su sueño del ser escritor. Un día le pidieron que escribiera la historia de una compañía y tuvo que ir a la Aldea Folklórica de Yong-in. Allí vio que las casas tradicionales en las que había vivido toda su vida habían sido “embalsamadas” y convertidas en piezas de museo. Al tomar conciencia de que estaban desapareciendo, decidió investigar en profundidad todo sobre los hanok.



Aprender carpintería y trabajar en obras de construcción de casas tradicionales el reafirmó en su idea de que los hanok eran hermosos y funcionales. Un hanok se compone de materiales completamente naturales, se asienta sobre los lugares sin modificar el paisaje circundante y tienen tanta personalidad que ninguna casa es igual a la otra. No es de extrañar por tanto, que haya múltiple información sobre ellas desde el punto de vista cultural y humanístico. Por su singular estructura, las casas tradicionales facilitan la comunicación con la naturaleza y la gente. El patio es el centro de esa estructura y el camino que conduce la casa, así como un importante espacio de uso diario.

Allí se dejaban los aperos de labranza para cultivar el suelo y se ponían a secar los granos tras la cosecha. Cuando se preparaba la provisión de kimchi para el invierno, las mujeres de la aldea se reunían para ayudar a hacer el kimchi en grandes cantidades. En el ancho banco que hay a un lado, los miembros de la familia, los vecinos y los amigos se sentaban para descansar y charlar. Allí también se celebraban las fiestas y los ritos personales más importantes, como bodas o funerales. Es decir, el patio es el lugar que acompañaba a los coreanos desde que nacían hasta que morían, tanto en los momentos más tristes como en los felices de la vida.

Pero si el patio es la parte más significativa de un hanok, desde la perspectiva exterior de la vivienda, el gudeul u ondol es el corazón de la casa tradicional. El gudeul es una roca plana que se instala bajo del piso de las habitaciones y que se calienta haciendo que el humo pase por un conducto bajo del suelo antes de salir por la chimenea. Es el sistema de calefacción tradicional conocido como ondol. Este sistema tradicional influyó decisivamente en la vida cotidiana de los coreanos, generando costumbres como que la gente se sentara y durmiera sobre el piso caliente, o se quitara los zapatos al entrar a las casas.

Y eso no es todo: los suelos caldeados con este sistema resultaban perfectos para preparar los alimentos fermentados en los que se basa la cocina coreana. Por ejemplo, una vez que se cocía la soja y se hacían ladrillos con la masa, se dejaba fermentar en el suelo de la vivienda. Después se secaban colgados de los aleros de los techos, para finalmente dejarlos madurar en las tinajas del patio. Como se puede apreciar, las casas tradicionales influyeron muchísimo en la alimentación de los coreanos. Pero al igual que el hanok tiene una estructura que facilita la comunicación con la familia y con los vecinos, también era un espacio adecuado para la reflexión y el diálogo interior, al disponer de muchos lugares para estar a solas, como el desván, el patio trasero o el espacio tras las tinajas...

Además, el hanok permitía estar cerca de la naturaleza. Al seguir con la vista la línea del techo, se podía contemplar el horizonte que se elevaba tras la vivienda; y si se abrían o quitaban las puertas-ventanas, el aroma de las flores y el color de los árboles inundaba la casa. Lamentablemente los hanok se están perdiendo en el recuerdo y en su lugar se levantan gigantescas torres de apartamentos. El deseo de Lee Sang Hyun es que, en vez de tantos apartamentos miméticos se construyan hanoks acordes a los tiempos actuales, para conservar vivo el espíritu, la belleza y la funcionalidad de las casas tradicionales coreanas de antaño.

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