El maestro Hong Sung Hoon afina el órgano instalado en la iglesia Guksu de Yangpyeong, provincia de Gyeonggi-do. Al terminar, toca una pieza. El recinto de la iglesia reverbera con los majestuosos sonidos de los tubos de distintas longitudes. Este órgano posee una estructura muy especial: los tubos y el instrumento están separados y enfrentados, lo que hace que el organista perciba los sonidos con exactitud.

Además, tiene un toque coreano en su diseño porque los tubos representan un paisaje de montañas, muy acorde a la geografía montañosa de Yangpyeong. Su creador es Hong Sung Hoon, el único fabricante de órganos u “orgelbaumeister” de Corea. Este término alemán significa literalmente “maestro constructor de órganos”. Los órganos pueden medir desde varios metros hasta docenas de metros, y su peso se calcula en toneladas.



Por esta razón, en alemán no se usa el verbo “hacer” sino el “construir”, para referirse a la tarea de fabricar un órgano. Cuando tenía 28 años integraba la compañía del Teatro Musical Metropolitano de Seúl, pero decidió irse a Alemania a estudiar música. Se instaló en Münster y finalmente quiso convertirse aprender el arte de fabricar órganos. Alemania tiene una historia de 400 años en esta materia, y el gobierno supervisa y subvenciona los programas de enseñanza y aprendizaje relacionados, para formar a los mejores “orgelbaumeister”. Hong Sung Hoon pasó la entrevista y empezó el curso de tres años.

En el cuarto año pasó el difícil examen oficial, que le calificaba para ser “maestro”. Afortunadamente, lo aceptaron en el programa de “meister” de la Johannes Klais Orgelbau, la mayor empresa constructora de órganos del mundo. Cumpliendo el deseo de Hong Sung Hoon de ver la mayor variedad posible, Klais le envió a iglesias y catedrales de toda Alemania para instalar, reparar y restaurar órganos de gran valor histórico. Eso le proporcionó una experiencia incalculable para convertirse en un “maestro organista”. Posteriormente, Klais Orgelbau sufragó los 20.000 dólares que necesitaba Hong Sung Hoon para construir un órgano para su graduación, que fue instalado en la capilla de la catedral de la Iglesia Anglicana de Seúl. Fue el regalo de la compañía por los desvelos del primer coreano convertido en “orgelbaumeister”. Finalmente volvió a Corea en 1997, después de trabajar siete años para Klais. Sin embargo, nadie lo recibió con los brazos abiertos pues entonces el país atravesaba la peor crisis financiero-económica de su historia, y pasó tres años completos sin poder trabajar.



Por fin en 2001 una iglesia del barrio de Bongcheon-dong de Seúl le encargó la construcción de un órgano. Fue la oportunidad de demostrar en su país todo lo aprendido en Alemania. Entonces, Hong Sung Hoon comenzó a incorporar elementos coreanos en sus creaciones, y uno de los resultados fue un órgano portátil contenido en un arca, inspirado en el mueble arrocero tradicional coreano. Dicho órgano se llama Truhe Orgel, tiene forma rectangular y el arca está decorada con pinturas de flores de ciruelo. En 2014 construyó un órgano que recuerda al paisaje montañoso de Corea, y está ubicado al fondo del altar en la iglesia Guksu de Yangpyeong. El marco del órgano fue pintado de color verde limón, quizá demasiado alegre y atrevido para una iglesia, pero perfecto para expresar la vitalidad de la naturaleza.

Al terminar de instalar este órgano, único en el mundo, la iglesia Guksu organizó el primer Festival del Órgano de Yangpyeong. Hasta la fecha, Hong Sung Hoon ha construido 16 órganos en Corea, pero está enfrascado en la idea de representar en su nuevo órgano la “Pintura del sol, la luna y los cinco picos”, una especie de biombo que se colocaba detrás del trono de los reyes de Joseon, como símbolo de su autoridad y poder. El día que ese órgano vea la luz Hong Sung Hoon afirma que no sólo será un instrumento musical, sino toda una construcción. Su deseo, además, es incorporarle el sonido de la flauta “piri” de bambú, lo que consumaría la creación de un órgano de estilo auténticamente coreano.