La calle Baedari de libros usados es una zona con un nítido ambiente retro. Es uno de los puntos que vale la pena visita en Incheon, aunque el número de librerías disminuyó drásticamente en años recientes, pasando de cuarenta a apenas unas cinco por la decadencia del negocio, porque en la actualidad de los pocos que leen un mínimo porcentaje de personas buscan libros de segunda mano, antiguos o de colección. Pero en cualquier caso es suficiente como para sentir un clima retro, como si uno viajara en el tiempo. 

Los puntos más llamativos de la calle Baedari de libros usados son la Librería Hanmi con fachada amarilla, que se hizo famosa como set de rodaje de varias escenas de la famosa serie ‘Dokkaebi: dios solitario y grandioso’, y el Museo del Barrio del Fósforo de Baedari, que ocupa una antigua oficina de correos local remodelada como espacio de exhibición dedicado a la historia de la compañía Joseon Inchon, la primera fábrica de fósforos de Corea, establecida en 1971. 

El Barrio de Cuentos de Songwol-dong antes era un vecindario de extranjeros adinerados asentados en Corea allá por 1883, época que Joseon abrió sus puertos. Sin embargo con los años se fue vaciando y quedaron solo unos residentes mayores. Para inyectar dinamismo al barrio, en 2013 el Ayuntamiento de Incheon comenzó a reformar las paredes, las calles y los exteriores de las casas con murales o estatuas con el objetivo de atrer turistas. El concepto elegido fue que todos los murales y figuras-estatua representasen algún cuento infantil, o que al menos estuvieran inspirados en cuentos de hadas. Así, lo que el turista encuentra ahora en el Barrio de Cuentos de Songwol-dong es un espacio híbrido muy original, donde la fantasía se mezcla con la cotidianeidad real de los que viven allí. La zona es especialmente recomendada para viajeros con niños.

Otros sitios de interés son el Museo de Vivienda y Vida de Sudoguksan, que recrea los asentamientos que surgieron cerca del puerto de Incheon en las décadas de 1960 y 1970, y Wolmido, actualmente referido como la Calle de la Cultura de Wolmi, que ofrece vistas panorámicas desde un monorraíl. También hay en Wolmido un pequeño pero muy divertido parque de atracciones justo al ado del mar, así como el mural al aire libre más grande del mundo, registrado en el Libro Guiness de Récords Mundiales, que ocupa todo el exterior de los silos del puerto de Incheon. 

Finalmente, un lugar por el que los turistas no deben dejar de pasar estando en Incheon es el famoso Chinatown, o Barrio Chino, que aunque no es tan extenso como los de Nueva York o San Francisco, sí ofrece mucho que disfrutar. En el siglo XIX fue asentamiento de los comerciantes chinos que llegaron después de abrir el puerto de Incheon. Posteriormente, hasta los años treinta, fue uno de los mayores centros de comercio de sal y granos en Corea, y tras la liberación de Corea se convirtió en la zona gurmé más famosa del país, pues los chinos asentados en el barrio empezaron a ofrecer un nuevo estilio de comida fusionando la coreana y la china, ahora referida como gastronomía sino-coreana, una versión de la comida china adaptada al paladar coreano preparada con ingredientes locales.

En Chinatown de Incheon hay dos espacios de visita recomendada: el Centro Cultural Corea-China y el Museo de Jajangmyeon. El primero permite conocer más de cerca la cultura china con una colección de alto valor, que incluye piezas de arte donadas por ocho de las principales ciudades de China. Mientras tanto, el Museo de Jajangmyeon, como su nombre indica, muestra la historia de este plato, una de las “comida de alma” o reconfortantes para muchos coreanos. El museo está en el antiguo edificio del restaurante chino Gonghwachun, uno de los primeros que abrió en el Barrio Chino. El edificio en sí fue designado como Patrimonio Local de Incheon.