Sobre la exhibición en las minas de oro de la isla de Sado que omite aludir a la movilización forzosa de coreanos para su explotación laboral en dicho lugar, el Gobierno ha expresado que exigió a Japón incluir dicha explicación, mientras que Tokio insiste en que solo algunas de las peticiones proceden de Corea, y que la versión actual es resultado de las negociaciones entre ambos países.
Según explicó una fuente del Ministerio de Exteriores surcoreano el martes 30, aunque no es posible revelar el detalle de las negociaciones con Tokio, finalmente llegaron a un punto conciliatorio y no descartan que Japón complete la exposición a futuro, por tanto Seúl seguirá esforzándose para que dicho sitio histórico ofrezca una información completa y sin omisiones sobre los hechos.
Las autoridades surcoreanas decidieron no oponerse a la inclusión de las minas de Sado como Patrimonio Mundial de la Unesco a condición de que Tokio explique de forma detallada toda la historia de dicho centro industrial, incluida la movilización forzosa y explotación de trabajadores coreanos que tuvo lugar en dicho centro durante la Segunda Guerra Mundial, cuando Corea era colonia japonesa.
Por el momento, la exposición que incluye dicho lugar solo exhibe algunos documentos que prueban que el gobierno colonial de Japón intervino en la contratación de mano de obra y que los coreanos trabajaron en condiciones precarias y mucho peores que las de los japoneses, aunque sin mencionar el término "movilización forzosa" en ninguna parte.
Al respecto, un alto cargo de la Oficina Presidencial surcoreana comentó esta semana que aunque dicha expresión no figura en la muestra, la exposición permite hacerse una idea del trato inhumano que debieron sufrir los trabajadores coreanos en las minas de Sado.