El Gobierno ha rendido homenaje a los coreanos que fueron sometidos a explotación laboral en condiciones denigrantes en la mina japonesa de Sado, tras boicotear la ceremonia organizada por Japón el domingo 24. El boicot se interpreta como un gesto de rechazo hacia Tokio, pues omitió el término “trabajos forzosos” al mencionar a los coreanos. 

Al igual que el organizado por las autoridades niponas, el acto a cargo de la administración de Seúl tuvo lugar en la isla de Sado, aunque en otro espacio. Concretamente, eligieron el sitio donde antaño se ubicaban los dormitorios de los trabajadores coreanos, en presencia de unos 30 invitados, incluidos 9 familiares de las víctimas que murieron trabajando en la mina, más el embajador de Corea del Sur en Japón, Park Cheol Hee. 

Durante el homenaje, el diplomático declaró que Corea recuerda con dolor a todas las personas que hace ocho décadas fueron víctimas de un trato inhumano y llevaron una vida deplorable en dicha mina. Enfatizó que no hay consuelo posible para quienes murieron allí sin poder ver a sus familias, ni para aquellos que, aunque pudieron volver a casa, llevaron una vida de traumas y sufrimiento físico y psicológico por la atroz experiencia vivida.

En cuanto al boicot de la ceremonia japonesa, el Gobierno surcoreano explicó que decidió ausentarse al considerar que no reflejaba el propósito inicial de rendir homenaje a los trabajadores coreanos. También consideró impropia la presencia de la viceministra parlamentaria de Asuntos Exteriores de Japón, Akiko Ikuina, por sus frecuentes y polémicas visitas al santuario sintoísta Yasukuni, pues su discurso omitió la imposición de trabajos forzosos en la mina de Sado. 

Por su parte, Tokio lamentó la ausencia de Seúl al acto conmemorativo mediante una intervención de Yoshiyama Hayashi, su ministro portavoz, durante una rueda de prensa ofrecida el lunes 25.