El ingreso per cápita de Corea del Sur se situará este año en torno a los 35.000 dólares, lo que supone más de 115 veces el nivel registrado hace siete décadas, según proyecciones oficiales.
En 1955, en plena posguerra, la renta per cápita apenas llegaba a los 300 dólares, de acuerdo con las cifras disponibles. La nación figuraba entonces entre las más pobres del mundo y dependía en gran medida de la ayuda internacional para sobrevivir. Sin embargo, en las décadas posteriores protagonizó una expansión vertiginosa.
Las estadísticas reflejan la profunda transformación experimentada por Corea del Sur tras el final del colonialismo y la devastación de la guerra. En el plano económico, el país ocupa hoy el puesto número doce entre las mayores economías del mundo. A ello se suma su fortaleza en términos de potencia nacional integral, que engloba tanto el PIB como la población y la capacidad militar, esta última considerada actualmente la sexta más poderosa del planeta.
Los cambios también se aprecian en el estilo de vida. La dieta de los surcoreanos, por ejemplo, ha variado de forma notable: mientras el consumo de arroz rondaba en 1979 un promedio de 136 kilos anuales por persona, en 2024 se redujo a 56 kilos. En contraste, el consumo de carne se disparó, hasta los 61 kilos per cápita el pasado año. Las comodidades cotidianas también se extendieron de manera generalizada. El número de vehículos matriculados ascendió en 2024 a 26,3 millones, lo que equivale a un automóvil por cada dos habitantes, y el uso de lavadoras en los hogares ya alcanzaba el 99% en 2019.
El progreso se observa igualmente en la condición física de la población. La estatura media de los hombres pasó de 1,66 metros en los años cuarenta a 1,74 metros en la década de 2020, mientras que la de las mujeres aumentó de 1,54 a 1,61 metros en el mismo periodo. Es decir, un crecimiento de unos ocho y siete centímetros, respectivamente, en apenas tres cuartos de siglo.