Los términos del acuerdo firmado en enero pasado entre las compañías estatales surcoreanas de electricidad y energía nuclear y la empresa estadounidense Westinghouse han salido a la luz. El pacto puso fin a una disputa legal de más de dos años sobre propiedad intelectual que había bloqueado la adjudicación de un megaproyecto nuclear impulsado por la República Checa.
Según informaron fuentes del sector el lunes 18, el contrato tendrá una vigencia de 50 años y obliga a la Compañía de Energía Nuclear e Hidráulica de Corea (KHNP) y a la Corporación de Energía Eléctrica de Corea (KEPCO) a someterse a un proceso de verificación tecnológica supervisado por Westinghouse cada vez que exporten reactores nucleares de nueva generación de diseño propio, incluidos los pequeños modulares (SMR). En la práctica, la empresa estadounidense examinará cada reactor para comprobar que las tecnologías empleadas no infringen su propiedad intelectual, dado que los SMR desarrollados en Corea del Sur se consideran, en gran medida, versiones miniaturizadas de reactores convencionales basados en diseños de Westinghouse.
El documento estipula además que, en caso de exportar reactores, KHNP y KEPCO deberán suscribir convenios de compra de bienes y servicios con Westinghouse por valor de 650 millones de dólares, así como abonar regalías de 175 millones de dólares por cada unidad.
El contenido del acuerdo ha suscitado opiniones divididas. Sus detractores lo califican de desequilibrado y sostienen que las compañías surcoreanas cedieron demasiado con una visión de corto plazo, al centrarse únicamente en desbloquear la firma del contrato definitivo con el Gobierno checo para la construcción de dos nuevos reactores en la planta de Dukovany. En cambio, sus defensores lo interpretan como una decisión pragmática que elimina la posibilidad de futuras disputas legales con Westinghouse en un mercado nuclear mundial en plena expansión, cuyo valor se estima que superará los 300.000 millones de dólares de aquí a 2040.