El Gobierno planea abrir negociaciones con Estados Unidos para reformar el sistema de visados entre ambos países. La iniciativa surge en un contexto de creciente preocupación por las redadas del Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE), que han afectado directa o indirectamente a ciudadanos surcoreanos.
A ello se suma la necesidad de actualizar los permisos de entrada y estancia en territorio estadounidense, especialmente ante los proyectos de inversión surcoreana que incrementarán el flujo de viajeros en los próximos años.
La Administración confía en que la reforma permita reservar una cuota de visados H-1B —destinados a profesionales altamente cualificados— para Corea del Sur. Actualmente, solo alrededor del 10% de las peticiones de solicitantes a nivel mundial logran ser aprobadas debido a los estrictos requisitos del programa. En contraste, países como Chile y Singapur aseguraron en 2003 la emisión anual de 1.400 y 5.400 visados H-1B, respectivamente, tras negociar sus tratados de libre comercio con la Casa Blanca.
Aunque desde entonces Washington no ha concedido nuevas cuotas, Seúl intentará persuadir a las autoridades migratorias subrayando que el volumen de inversión surcoreana exigirá un mayor movimiento de profesionales entre ambas naciones.
Otra de las propuestas en estudio es la creación de un visado exclusivo para ciudadanos surcoreanos, siguiendo el precedente de Australia. En 2005, el Congreso aprobó una ley que dio lugar al visado E-3, del que se emiten anualmente 10.500 permisos reservados a australianos. Desde entonces no se han ratificado medidas similares, aunque Corea del Sur confía en el impulso que podría suponer el Partner with Korea Act ("Ley Socios con Corea"), presentado por primera vez en el Parlamento estadounidense en 2012. El proyecto contempla la creación del visado E-4, que facilitaría la entrada y estancia en EEUU de hasta 15.000 surcoreanos al año.