El presidente estadounidense, Donald Trump, ha destacado que comparte una buena relación con su homólogo chino, Xi Jinping, en un intento de rebajar la preocupación internacional ante el aumento de las fricciones comerciales entre Estados Unidos y China.
Durante un vuelo rumbo a Israel el domingo 12, Trump aseguró que su intención no es perjudicar a nadie y que mantiene una relación en muy buen estado con el líder chino. No obstante, al ser preguntado si los aranceles adicionales del 100% a las importaciones procedentes de China, anunciados recientemente, entrarían en vigor sin modificaciones el 1 de noviembre, respondió afirmativamente.
Sus declaraciones se interpretan como un gesto de cordialidad acompañado de un tono de advertencia, que refleja la estrategia del mandatario estadounidense de apaciguar los temores de una nueva escalada comercial sin renunciar a la presión sobre China. Según los analistas, en el trasfondo el mensaje parece claro: si Beijing insiste en restringir la exportación de tierras raras, Washington adoptará las medidas que considere necesarias, aun a riesgo de afectar negativamente a la economía china.