Arabia Saudita, el mayor exportador de petróleo del mundo, anunció el sábado 14, hora local, que suspenderá la producción en dos de sus grandes instalaciones petroleras, tras sufrir ataques con drones por parte de los rebeldes hutíes de Yemen respaldados por Irán. 

En concreto, el Gobierno saudí afirmó en un comunicado que los últimos ataques con aviones no tripulados resultaron en "la interrupción temporal de las operaciones de producción" en las plantas petroleras de Saudi Aramco en Khurais y Abqaiq. 

Según informan, la suspensión podría reducir la producción de crudo en unos 5,7 millones de barriles al día, volumen que representa más de la mitad de la producción total en Arabia Saudita y un 5% de la producción mundial de petróleo.

Varios analistas prevén que el precio internacional de petróleo podría subir unos 10 dólares por barril, afectando seriamente a aquellos países asiáticos que consumen unos 4 millones de barriles de ese producto saudí diariamente, incluidos Corea del Sur y Japón. 

Mientras, la Casa Blanca ha acusado a Irán de liderar los ataques contra Arabia Saudita. El secretario de Estado de Estados Unidos, Mike Pompeo, instó a otros países a condenar a Teherán por unos ataques sin precedentes contra el proveedor de energía mundial.

Al respecto, el Ministerio de Relaciones Exteriores iraní reaccionó de inmediato, calificando las declaraciones del máximo diplomático estadounidense de "mentiras".