Hace exactamente un año, el 20 de enero de 2020, fue detectado el primer caso de COVID-19 en Corea del Sur.

A partir de ahí el país vivió diversos momentos críticos, como la primera ola de contagios, que surgió por una transmisión masiva entre la comunidad de fieles de la secta religiosa Shincheonji, con sede en Daegu. 

Por aquel entonces, ni aislar a posibles portadores ni realizar test de rastreo fue sencillo, ante la poco colaborativa actitud de dicha entidad religiosa, que no solo presentó una lista incompleta de fieles, sino que también se negó a hacer pruebas de diagnóstico. La zona de Daegu y Gyeongsang del Norte se convirtió en epicentro del coronavirus en Corea, saturando el sistema local de atención sanitaria. Aunque médicos, enfermeros y auxiliares de todo el país se ofrecieron a trabajar allí, su solidaridad no bastó para cubrir la escasez de camas, y algunos pacientes murieron en casa sin el debido tratamiento médico. 

La insuficiencia de camas para pacientes graves también fue un problema ante la tercera ola de contagios, que empezó a mediados de noviembre de 2020, hasta caer a apenas un dígito el total de camas disponibles en la zona capitalina y haber cientos de pacientes en lista de espera para ingresar al hospital. Esa crisis fue superada tras varias órdenes ejecutivas para aumentar la disponibilidad de camas, y gracias a la cooperación de los hospitales privados. 

En este contexto, los quioscos provisionales de test cumplieron un papel esencial al ayudar a detectar preventivamente portadores asintomáticos, aunque uno de los factores clave fueron las medidas de distancia social, que establecieron fuertes restricciones como la de prohibir reuniones de más de cuatro personas. 

En definitiva, en cada momento crítico de lucha contra la pandemia las dificultades pudieron ser superadas gracias a la solidaridad y a la colaboración de los ciudadanos, pues al cumplir voluntariamente las pautas sanitarias y de distancia social evitó confinamientos obligatorios. Aunque también destaca el sacrificio de los comerciantes, muchos de los cuales tuvieron que cerrar sus negocios y otros enfrentan dificultades para poder subsistir.

A fecha de 20 de enero de 2021, Corea del Sur acumula un total de 73.518 contagios y 1.300 fallecidos por coronavirus.